López Velarde, poeta y profeta

Por. José C. Serrano

Ramón López Velarde nació en Jerez, Zacatecas el 15 de junio de 1888 y murió en la Ciudad de México el 19 de junio de 1921. Es uno de los poetas mayores de la literatura en México. Su obra, según José Luis Rico, miembro de la Fundación Para Las Letras Mexicanas, “revela un dilema del espíritu al cual se entregó hasta sus últimas consecuencias sin renunciar a sus dos polos: la religiosidad y el erotismo”. Solía decir el poeta jerezano que con el credo no le iba mal, pero con los mandamientos estaba reprobado. Fue un Don Juan empedernido; lo mismo enamoraba a jóvenes hijas de familia, que a mujeres de la vida disipada.

Su escritura, plena de imágenes y de un lenguaje constantemente renovado, colocó a la poesía de México en la antesala de la vanguardia. Con él los poetas mexicanos ingresaron a la modernidad literaria. Sus temas son los más íntimos: las mujeres y el cielo de la provincia. Todo esto lo pudo constatar en el triángulo geográfico formado por sus ciudades consentidas: Jerez, Aguascalientes y San Luis Potosí. Las recorrió cuantas veces pudo y quiso.

La suave Patria que Ramón López Velarde tradujo a un lenguaje inédito, poblado de matices, sorpresas y, absolutamente siempre, la poesía. El jerezano que, murió a los 33 años de edad, anhelaba una patria cercana, íntima, lejos de las estatuas de bronce y las grandes edificaciones destinadas a rituales fastuosos que nada tenían que ver con los sentimientos del pueblo. Era irreverente como el que más.

Publicó en vida dos libros, La sangre devota (1916) y Zozobra (1919). Póstumamente aparecieron El son del corazón (1923), El minutero (1932) y Don febrero y otras prosas (1952). El escritor José Luis Martínez se encargó de reunir sus escritos públicos, poemas, crónicas, relatos y ensayos en 1971. López Velarde, poeta de mitos y enigmas fue fiel a una de sus máximas: “No le interesaba escribir nada que no saliera de la combustión de sus huesos”.

Este año se conmemorará el centenario luctuoso de Ramón López Velarde. En San Luis Potosí la Secretaría de Cultura del gobierno del estado, a través de la Dirección de Publicaciones y Literatura, dio inició a las actividades que llevarán al cumplimiento de ese compromiso: conversatorios en redes sociales, publicación de poemas y textos en los que se da cuenta de su trayectoria y, sobre todo, su paso por San Luis. El 11 de abril reciente el periodista y escritor Juan Villoro dictó un conferencia magistral en el recinto de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. En su exposición resaltó la maestría con la que el jerezano trazaba sonetos endecasílabos perfectos y otros en versos alejandrinos con rima y métrica intachables.

Dos versos de uno de sus poemas más celebrados, La suave Patria: “El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”, revelan que el jerezano es, además de poeta, un indiscutible profeta.

Desde 1938, año de la Expropiación Petrolera hasta ahora, el satanizado hidrocarburo ha sido motivo de riñas y disputas estériles; caja chica de los tatamandones; enriquecimiento de líderes venales; caprichosas decisiones que conducirán al fracaso irremediable; bandera política para enajenar la voluntad de los trabajadores petroleros. El poeta tuvo una visión diáfana como pocos en este país.

 

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