La esclavitud de los “usos y costumbres”

Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Domitila huyó de su pueblo, en Chiapas, porque a su hermana “la cambiaron por dos vacas, un becerro y un cartón de cervezas”. 

Ella no quiso correr la suerte de su hermana mayor.  

Domi escapó para no ser la mercancía de un trueque inhumano, de una trata de personas, que permiten los “usos y costumbres”, de las comunidades indígenas.  

Vivió en mi casa más de 10 años. Trabajó, ayudó a su familia y puso un negocio de venta de celulares en su pueblo. 

Todo eso, porque no quiso ser canjeada por un animal, ni por 10 mil pesos ni por lo que le ofrecieran a su padre. Ella no quiso ser la esposa de alguien que no conocía. 

Una esclavitud, amparada por los “usos y costumbres”, que los hombres utilizan a su antojo, dentro de la familia, la comunidad y por supuesto en la política. 

El tema se puso nuevamente sobre la mesa, porque hace unos días, en la mañanera, le preguntaron al Presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la venta o canje de niñas en comunidades indígenas del país, principalmente en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.  

Y nuevamente la poca empatía del Presidente al referirse a un tema que afecta a las mujeres, pero sobre todo a las niñas, provocó indignación y reclamos. 

Lamentó “la venta de niñas en comunidades”. Así, como decir “lo siento”. Y pidió no estigmatizar a las comunidades indígenas del país porque ese tipo de hechos “se dan, desgraciadamente, en todas las clases sociales”. 

Donde quiera que sea, en un pueblo o en una ciudad, se trata de una violación de los derechos de las niñas y de las mujeres. 

Es más ¿dónde queda el interés superior de la niñez, que tanto pregona la Suprema Corte de Justicia de la Nación? Aunque sea un hecho avalado por los “usos y costumbres”, estamos frente al abuso a una menor.  

No solo es lamentable, señor presidente, debería hacer algo para evitar que continúe esa práctica atroz.  

Si esa fue la respuesta del Presidente de México, no veo a corto plazo como erradicar ese atropello hacia las mujeres. 

Y no se trata de un problema actual, gobiernos anteriores han evadido el tema. Escudados en “usos y costumbres”, permiten la venta de niñas y con ello el matrimonio forzado con una menor, que está prohibido en nuestro país. 

De los casi 2 mil 500 municipios que hay en México, 600 son indígenas y de ellos, poco más de 400 se rigen por usos y costumbres, reconocidos por la Carta Magna. 

El esfuerzo de colectivos y de las propias mujeres por erradicar esta práctica ha sido intenso. Pero los avances son pocos y lentos, todavía miles de niñas son vendidas desde los 10 años.  

Las “dotes”, el precio que genera la venta que el padre hace de una niña, puede ser en especie o hasta por 10 mil pesos o más.  

Así de redituable es el deleznable negocio y el Presidente esquiva y subestima el problema: “esta idea de que en las comunidades indígenas sucedan estas cosas, usos y costumbres y que se cometen hechos de barbarie, no debe prevalecer… es clasista y racista la idea de que en las comunidades indígenas ocurren situaciones como la venta de niñas, no corresponde a la realidad”. 

¿De verdad no corresponde a la realidad? ¡Es inaudito! Hay números, hay confesiones, hay investigaciones y sobre todo hay testimonios de una realidad que no más no quieren ver.  

A las niñas se les obliga a casarse con hombres mayores, son abusadas sexualmente incluso antes de comenzar a menstruar.  

Domi sigue en Chiapas. Ya no corre el mismo riesgo de hace más de 18 años, cuando estaba expuesta para el brutal abuso de su juventud, su integridad y su virginidad.  

Esa es la realidad señor Presidente.  

Nuestro agradecimiento, siempre, Domi.  

Número de vistas 74

Clima

CIUDAD DE MÉXICO

Hoy no circula

Tipo de cambio

Tipo de cambio USD: mié, 24 Abr.

Lo último

Notas relacionadas