Arturo Zaldívar debe renunciar: se convirtió en peón de la dictadura populista

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

La dictadura populista de Andrés Manuel López Obrador ha infectado a buena parte de la clase política y del aparato público. No son pocas las instituciones públicas que han sido contaminadas por sus pestilentes bichos. Y esta infestación resulta muy preocupante porque puede provocar el fin dramático de nuestra novel y frágil vida republicana.

El togado que actualmente ejerce como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, se dejó seducir por el Nerón de Palacio Nacional y, ahora, resulta sumamente desconfiable para ejercer la “alta justicia” inherente a su encargo.

Arturo Zaldívar escuchó y se mareó con el canto de las sirenas del populismo obradorista: quedó encantado con la idea de ampliar su mandato dos años más como Presidente de la SCJN. No le importó que esto, a todas luces, es inconstitucional. Sólo le importó mantenerse en tan alto cargo para encabezar la “renovación del Poder Judicial”, la tarea que le asignó el dictador tabasqueño, como si de su empleado se tratara.

Tras la reforma legal en materia judicial (2021), que es una verdadera farsa, a López Obrador se le ocurrió que Arturo Zaldívar y sólo Arturo Zaldívar es el único togado que puede encabezar la “renovación del Poder Judicial”. Sólo Arturo Zaldívar es capaz de colocar al Poder Judicial de la Federación a la altura de las ideas guajiras de la Cuarta “Transtornación” Mental.

Lo peor de todo es que Arturo Zaldívar saboreó con agrado esa idea y se la tragó entera, quedando así como un pobre y vulgar peón dentro del ajedrez presidencial. Arturo Zaldívar ha quedado manchado de por vida y, por ello, sería mejor que renunciara. Arturo Zaldívar está intentando poner al Poder Judicial a los pies del Tirano de Macuspana, olvidándose hasta de la más elemental idea de la separación de poderes.

Y todo esto, además, huele a farsa. ¿Pues entonces para qué carajos López Obrador metió a tres Ministros en la SCJN (Ríos Farjat, González Alcántara Carrancá y Esquivel Mossa)? ¡Ahora resulta que sus “recomendados” no son confiables para la alta encomienda relativa a la “renovación del Poder Judicial de la Federación”! Y ahora resulta que, para el Nerón de Palacio Nacional, es más confiable un tipo que fue nombrado Ministro de la Suprema Corte a postulación de Felipe Calderón y mediante la votación de un Senado “prianista”: Arturo Zaldívar.

Bajo esta tesitura, Arturo Zaldívar debería resultar sumamente desconfiable, y no sólo por sus orígenes, no sólo por su “pecado original”, sino porque, al haber llegado al máximo puesto dentro de un Poder Judicial “corrupto” (como suele decirlo López Obrador), debemos inferir que Arturo Zaldívar es el “capo de todos los capos”. ¡Vaya fichita para encabezar una “renovación”! ¿No creen?

Por eso, mejor sería que Arturo Zaldívar se fuera hasta de la Suprema Corte.

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