Por. Ah-Muán Iruegas
La vinculación a proceso penal del exsecretario de Economía, Ildefonso Guajardo, por presunto enriquecimiento inexplicable, ha suscitado muy variadas interpretaciones. Todas en principio válidas, hasta no saberse la verdadera causa y resultados de tan escandaloso e inesperado juicio.
Digo inesperado juicio, pues Ildefonso era de los menos mencionados en el archi conocido esquema priista corrupto de Peña Nieto. Era mucho más señalado Videgaray, un difunto secretario de Comunicaciones y el propio Peña y su consorte –la “oficial”.
Entre cinco cargos con los que inicia el juicio, Guajardo traficó con un depósito por 300 mil dólares que él atribuye a una negociación en el marco de la herencia de su madre. El problema es que ese depósito, hasta donde se sabe, se realizó en la ciudad de Washington, lugar donde trabajó el hoy acusado, para el Fondo Monetario Internacional. ¿Por qué se realizó allí el pago?
Si puede comprobar el origen lícito de dicho depósito en el extranjero, el resto de las cantidades son “bajas”, si estamos hablando de corrupción peñista. Se diría que son “mínimas”, para los estándares priistas.
En total, el caso se sigue por un enriquecimiento por “sólo” 9 millones de pesos, cantidad que resultaría “vergonzosa” para un “priista de verdad”: sería muy poco papel moneda.
Guajardo era priista, pero de la parte neoliberal del PRI, que frecuentemente contó con personal bien capacitado. Su tarea más importante, quizá fue la negociación del TMEC, que sigue siendo el “motor jurídico” de la economía mexicana.
Guajardo era un técnico y sus negociaciones fueron relativamente exitosas, considerando que negociaba con el gobierno de Trump. Pero a cambio de dicha defensa de los intereses comerciales nacionales, la FGR le “obsequió” un boleto para… un juicio penal.
Guajardo intentó también ser un operador político y fracasó. Pues el candidato priista perdió las elecciones a la gubernatura de Nuevo León –y en ese equipo estaba Guajardo. Si el PRI hubiera ganado la elección neoleonesa a gobernador, Guajardo muy probablemente no estaría siendo juzgado.
Sin embargo, si bien el juicio ya se ha iniciado, Ildefonso difícilmente pisará la cárcel.
Por un lado, la FGR no obtuvo la prisión preventiva para Guajardo, como sí la peleó en el caso Rosario Robles. Moraleja: aún dentro del peñanietismo, hay de exsecretarios a exsecretarios…
Por otra parte, el juez ha dado cuatro meses para realizar la denominada “investigación complementaria”, concedida para que Guajardo pueda presentar todo su arsenal de explicaciones relativas a cuentas y movimientos bancarios.
Por lo tanto, cuando dentro de cuatro meses Guajardo termine de presentar sus aclaraciones, ya será diputado por Nuevo León y tendrá fuero. Lo que le protegerá tres años, a menos que Morena inicie una batalla campal por desaforarlo -cosa que hoy no puede asegurarse.
De ahí que el juicio contra Guajardo pueda bien ser una bomba de humo, un distractor de la otra bomba que resultó la exhibición de otro hermano del presidente, recibiendo dinero del operador del gobierno de Chiapas. El mismo operador, David León, realizó entregas a ambos hermanos presidenciales, lo que configuraría un mismo modus operandi.
Sin embargo, también puede ser “el Guajardazo” un tiro de advertencia… para el resto de los priistas recién electos al la Cámara Baja. El Fiscal Gertz Manero parece querer imitar a su jefe… en lo que se refiere a las intimidaciones de los opositores.
Cuando un funcionario quiere poner orden en su coto, a veces castiga al más problemático de sus subordinados. No necesariamente porque sea un completo inepto, sino para dar ejemplo ante los demás funcionarios y así controlarlos a todos.
Algo similar pudiera pasar con el señor Gertz. Está adivinando al parecer los deseos o necesidades presidenciales. Y abrió fuego contra el partido bisagra en que se está convirtiendo el PRI. Gertz acaso quiere a los priistas próximamente aprobando las tres iniciativas de reforma constitucional, con la redacción que determine o sea del completo agrado del señor presidente. O ya verán…
Por lo que atañe a la acusación contra el otro hermano presidencial, el señor Martín López Obrador, ésta se dio no ante tribunales sino en los medios –Latinus, de Loret de Mola. El mismo medio realizó la exhibición de los dos hermanos. Pero…
…Dos ovejas negras en una sola familia, son demasiadas.
Dos hermanos presidenciales captados en video recibiendo paquetes incriminatorios, son una multitud para que no se vaya a pique el eslogan de la “honestidad valiente”, que puede naufragar o comenzar a hundirse, si se investiga a Don Martín con la misma acuciosidad con la que se investigó por ejemplo a Ildefonso Guajardo, por parte de la FGR.
Como ya se dijo, el ataque a Guajardo, puede ser un simple distractor, para desviar la atención de lo que sin lugar a dudas daña a la 4T: la acusación contra el hermano del presidente. Pues ya son dos los hermanos exhibidos en videos. De ahí que el asunto Martín López Obrador, bien valga un pleito con el PRI. Partido que ya salió a defender a Ildefonso, lo mismo que el PAN.
Como la 4T ha demostrado, es afecta a fugarse hacia adelante. De modo que Guajardo pudiera ser un ingrediente más de la misma receta. Para salir del affaire de Monsieur Martín, desempolvaron el caso Ildefonso, que la FGR tenía desde al menos diciembre pasado, pero que tuvo que publicitar un día después de que fue denunciado el hermano del presidente.
Inclusive puede decirse que, como Ildefonso era un apoyo importante del priismo neoleonés, en una verdadera carambola no prevista por nadie, el flamante gobernador de Nuevo León Samuel García, puede resultar indirectamente beneficiado del Guajardazo, por el debilitamiento que el golpe a Guajardo significa para el priismo en ese estado.
Guajardo y el PAN dicen que se trata de una persecución política. Desde luego que una persecución es lo que esto parece ser, aunque con causas y efectos diversos -y acaso explosivos-. Pero debe ante todo definirse si se trata de una persecución con bases sólidas por parte de la FGR, o una persecución sin ellas.
