Tercera ola y no hemos aprendido nada

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Cuando a fines de 2019 y principios de 2020 nos llegaron las imágenes inquietantes de Asia, primero, y Europa después, esto debió hacer alguna diferencia para prepararnos en México y enfrentar de mejor manera la inevitable llegada del virus de Covid 19 a nuestro país. No fue así.

Es cierto que nos habríamos de enfrentar a una pandemia no vista en un siglo, pero los videos y fotografías de hospitales italianos desbordados y la información de estrictas cuarentenas en países del lejano oriente bien pudieron evitar que las autoridades mexicanas desdeñaran el tamaño de la amenaza.

Al pánico de Hugo López Gatell por no incomodar a su jefe, el presidente de la República, siguieron mensajes confusos sobre la afectación del coronavirus en territorio mexicano. Y al llamado presidencial de seguirnos abrazando siguió el inevitable confinamiento y la catástrofe sanitaria de millones de contagios, cientos de miles de muertes y pocas, muy pocas pruebas médicas preventivas.

Un año y medio después, nos enfrentamos a una tercera ola de contagios ante la que parece que nadie -ni el gobierno, ni la población en general- hemos aprendido nada. Llegar nuevamente a más de 12 mil nuevos casos por día no hace mella ni en los gobernantes, que se quitan el cubrebocas frente a Andrés Manuel López Obrador, ni en los gobernados, que ostensiblemente hemos bajado la guardia.

La apuesta inicial -criminal para muchos- fue la inmunidad de rebaño a partir de los contagios generalizados. Todo indica que esa apuesta se dobla, ahora basada en un disparejo plan de vacunación que fue escandalosamente utilizado con fines electorales en los meses pasados, y que apenas cubriría total o parcialmente un tercio de la población adulta de México al día de hoy.

No aprendió nada el presidente Andrés Manuel López Obrador, que en su inmensa soberbia es incapaz de usar cubrebocas para mostrarle a su pueblo que éste es útil para cuidarnos del contagio a pesar de que estemos eventualmente inmunizados.

No aprendió nada el innombrable Gatell, que suspendió sus conferencias diarias como queriendo decirnos que la pandemia iba de salida; que negó la presencia de un repunte epidemiológico y días después lo tuvo que reconocer; que sigue cantinfleando los martes para tratar de rescatar algo de su prestigio destruido por una criminal gestión sanitaria.

No aprendieron nada las familias que salen a veranear sin los mínimos cuidados necesarios, ni las personas que abarrotan calles, centros comerciales y restaurantes sin aplicar los hábitos adquiridos durante un año de encierro y paralización de actividades.

No entienden nada los responsables educativos, incapaces de contradecir las voluntariosas necedades provenientes de Palacio Nacional y de articular una estrategia integral para regresar a clases presenciales el próximo mes con la seguridad de que esa decisión no se convierta en otra tragedia.

El silencio de la secretaria de Educación Pública y de la subsecretaria de Educación Básica no dan sensación de firmeza y rumbo, sino otra vez de tumbos y ocurrencias sin sentido.

No augura nada bueno la ausencia del secretario de Salud y el protagonismo de un canciller dedicado al mismo tiempo a la política exterior y a la adquisición de vacunas anti-covid. Tampoco las promesas incumplidas una, y otra, y otra vez, de unos y otros.

Van medio millón de muertos y contando.

Y sí: parece que no entendimos nada.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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