Para qué regresar a las escuelas si podemos cerrarlas (casi) todas

Carlos Arturo Baños Lemoine.

El Nerón de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador, sigue con la terquedad de regresar a la normalidad pre-pandémica; esto pese a que estamos viviendo el tercer brote nacional de COVID-19. Su necedad tiene el tamaño de su egolatría y de su demencia senil.

No, aún no es el momento, diga lo que diga el dictador populista que tanto daño le está haciendo a México.

Y resulta especial la necedad de López Obrador con respecto a las actividades escolares: él insiste en que los niños regresen a clases presenciales para el siguiente ciclo escolar, que comienza en agosto. Confía mucho en el ritmo y en la eficacia de su plan de vacunación que, en los hechos, sigue avanzando de forma accidentada y fragmentada. Así como no le importan los niños con cáncer, resulta obvio que tampoco le importan los escolares.

López Obrador quiere aparentar que todo está bien, que los problemas asociados con la pandemia están resueltos o bajo control. ¡Por el bien de todos, primero su megalomanía!

López Obrador quiere abrirle la puerta a una cuarta ola de la pandemia que, seguramente, se ensañará con los menores, con las comunidades escolares.

Lo peor de todo es que el Presidente de México, fiel a su concepción cavernícola y atrasada de la realidad, se resiste a mirar la crisis del COVID-19 como una oportunidad para impulsar la gran revolución educativa que nos hace falta, la gran revolución educativa que requiere México: la revolución digital de la educación, la revolución internáutica de la educación.

Como lo vengo diciendo desde hace varios años, México ya cuenta con las suficientes bases socio-tecnológicas para propulsar la educación universal en línea. Ha llegado el momento de desescolarizar la educación, con pocas excepciones.

Según estimaciones del INEGI, en 2020 en México había 84.1 millones de usuarios de Internet, que representan 72% de la población de seis años en adelante. Y los tres principales medios para conectarse al Internet fueron: teléfono celular inteligente (smartphone), computadora portátil y televisor con acceso a Internet. Además, la dinámica expansiva se avizora muy prometedora en los años por venir, incluso para las zonas marginales, rurales e indígenas.

Así que ya es tiempo de eliminar a todos los intermediarios molestos y gravosos que por décadas hemos tenido que soportar, comenzando por: la burocracia gubernamental, los centros escolares y las mafias magisteriales.

La consigna no debe ser, pues, regresar a clases presenciales, sino cerrar escuelas de forma paulatina pero sostenida, para que la educación se desenganche de la escuela en tanto institución obsoleta, ineficiente, cara y autoritaria.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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