Carlos Arturo Baños Lemoine.
No fue una marcha ciudadana cualquiera: fue una marcha especial por su convocatoria y su significado. Los niños son una causa noble, los niños con cáncer son una causa amorosa y los niños con cáncer que han sido maltratados por su propio gobierno son una causa trascendente.
Allí estuvimos, al pie del Ángel de la Independencia, a las 11:00 AM, con un objetivo claro: marchar de forma pacífica y civilizada a favor de los heroicos niños con cáncer y de sus heroicas familias, cumpliendo lo más que se pudo con las medidas sanitarias a las que nos obliga la pandemia de COVID-19.
Bocas cubiertas sí, pero no los rostros, nunca los rostros, porque ayer marchó gente civilizada. Nada de vándalos ni de pandilleros que creen que las causas justas deben permitir conductas delictivas o anti-sociales. Marchó gente que lucha por fines legítimos a través de medios legítimos.
¿Enojados? Sí, enojados iban todos. No sólo enojados: iban francamente encabronados. No podía ser de otro modo. La dictadura populista de Andrés Manuel López Obrador se ha ensañado con uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad: los niños con cáncer y sus familias.
So pretexto de combatir la corrupción del sector farmacéutico, el Nerón de Palacio Nacional ha dejado en la más absoluta desprotección a los menores con cáncer. Ni siquiera la lluvia de amparos ha logrado romper la barrera de la indiferencia y de la ineptitud que ya se volvió hábito en el gobierno de la Cuarta “Transtornación” Mental.
El Tirano de Macuspana cree justificable dejar a los niños con cáncer sin sus medicinas y sus tratamientos mientras combate a las “farmacéuticas neoliberales”, incurriendo así en la falacia del falso dilema. No nos extraña esto, dada su pésima formación intelectual y su permanente megalomanía. El gobierno debe combatir la corrupción y debe proveer a los niños de sus medicinas y tratamientos. Las dos cosas al mismo tiempo, no una a cambio de la otra.
Se trata de un gobierno llenó de incompetentes y de incapaces de prever las altas exigencias de un sistema de salud en plena pandemia: Andrés Manuel López Obrador, Jorge Alcocer, Hugo López-Gattel, Arturo Herrera, etc. Todos estos corruptos deben enfrentar a la justicia por el delito de homicidio con base en la figura penal de “comisión por omisión”. Son sus víctimas todos los niños con cáncer que han perdido la vida por el desabasto negligente de tratamientos oncológicos. Todos esos funcionarios corruptos deben ir a la cárcel, porque la negligencia también puede ser criminal.
Pero ya sabemos cómo funciona este régimen dictatorial, que se la pasa hablando de “humanismo”, de “amor al prójimo”, de “justicia social” y de “asistencia a los más vulnerables”, mientras festeja su ineptocracia y se burla de las críticas de “sus adversarios”.
Muchas fueron las consignas que resumieron las demandas y los enojos de los manifestantes:
“¡Quimios sí, consulta no!”
“¡Señor Presidente, no sea negligente, los niños necesitan medicina urgentemente!”
“¡Abasto permanente, no seas negligente!”
“¡Niño escucha, estamos en tu lucha!”
“¡No somos golpistas, somos ciudadanos!”
“¡No somos uno, no somos cien, pinche gobierno cuéntanos bien!”
Por supuesto que estuvieron presentes varios miembros de la coalición opositora (PAN, PRD y PRI) a la dictadura populista, todos ellos con el firme compromiso de luchar por el pronto restablecimiento del abasto regular de medicamentos y tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades; con el firme compromiso de obligar al gobierno de López Obrador a mejorar en serio el funcionamiento del sistema de salud que, ciertamente, no tiene los estándares nórdicos que López Obrador nos prometió.
En fin, se trató de una marcha, sí, pero no de una marcha más, ni de una marcha cualquiera: se trató de una marcha que puede detonar una convergencia de causas sociales y de fuerzas políticas de todo signo ante un gobierno incompetente; de un gobierno que ha perdido legitimidad y que sólo goza de la popularidad inherente a los programas limosneros que terminan tratando a los ciudadanos como lacayos.
¡Qué vivan los niños con cáncer, esos niños hermosos que a diario retan a la muerte y que, muchas veces, no logran vencerla!
Les comparto, con gusto, parte de la memoria gráfica de la marcha:
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