Raúl Flores Martínez.
Qué tanto pesa una visita a la tierra que vio nacer a los líderes del crimen organizado en México, una tierra donde se sabe viven los hijos del enemigo público número uno en su momento para Estados Unidos, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el “Chapo”.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador, dictó que no quiere medios de comunicación en su gira de trabajo por el municipio de Badiraguato, municipio donde se tiene detectado que vive Ovidio Guzmán y su abuelita doña María Consuelo, madre del “Chapo”.
Una extraña coincidencia que bajo pretexto de la consulta contra los exPresidente, ahora el señor López Obrador respeta la ley, cuando un día antes tiene una gira de trabajo.
Aceptar que por orden del mismo López Obrador, se liberó a Ovidio Guzmán y el saludo a doña Consuelo, dejaron marcado al Presidente mexicano, ahora todo lo que haga o no en Sinaloa, tendrá la sombra de la duda.
Visita a Badiraguato en tiempos de violencia extrema, de cientos de ejecutados por la guerra intestina de las organizaciones criminales, tiempos de expansión de las células de un grupo criminal.
¿Por qué el sospechosismo contra López Obrador?
Un sospechismo que si tomamos sus propias palabras, antes los Presidentes o sus secretarios de Seguridad, hacían lo propio para pacificar el país, mandatarios priístas y panistas, hicieron lo propio.
La crítica contra el mesías tabasqueño, va por su constante terquedad en decir que ya no hay corrupción y que no hay masacres en México; además de su ilógica estrategia de los abrazos, no balazos.
De acuerdo con compañeros periodistas de Sinaloa, ya se le prepara una buena comida al Presidente y un buen recibimiento de parte de la Familia Guzmán, algo que no es raro, porque los que viven en Badiraguato, saben que son excelentes anfitriones.
En algunos días, sabremos qué pasó en esa visita a Badiraguato que tiene un fuerte olor a sospechosismo.
