500 Años de Resistencia (y de Colaboracionismo) Indígena

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

El gobierno de la Cuarta “Transtornación” Mental sigue acumulando ridiculeces con alto contenido ideológico y fanatizante. La teatralidad política es lo suyo y la escenifica cada vez que puede, con la descabellada idea de que está “educando” a las masas ignorantes y hambreadas que siguen los pasos del Huey Tlatoani Andrés Manuel López Obrador.

Hoy, hace unas horas, el (des)gobierno de 4T llevó a cabo una burda ceremonia llamada 500 Años de Resistencia Indígena, para recordar la caída de Tenochtitlan, centro del Imperio Mexica (o Azteca); caída que, por cierto, corrió a cargo de una alianza político-militar entre los pocos españoles que llegaron con Hernán Cortés (y que aún sobrevivían) y los muchos pueblos indígenas, de distintos orígenes, que ya estaban hasta la madre de la opresiva hegemonía mexica en el centro de lo que ahora es México.

Claro, la ridiculez no llegó a tanto: Andrés Manuel López Obrador no se presentó con penacho, ni con taparrabo, ni hablando náhuatl. Llegó desgarbado y cansino, como de costumbre, acompañado por su esposa rubia de apellido alemán y por la judía Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y hablando la “lengua de los conquistadores”.

Con su espantosa oratoria, su pésima dicción del español y su visión sesgadísima de la historia, López Obrador se aventó un rollo moralistoide en contra de la “ocupación militar” y de la “colonización” españolas, apenas reconociendo el hecho innegable de que estos procesos sólo fueron posibles gracias a la colaboración de muchos pueblos indígenas, desde los totonacas hasta los tlaxcaltecas, incluyendo también al derrotado pueblo de los mexicas.

Y esto no debe extrañarnos en aquellos tiempos de sociedades eminentemente guerreras, donde la pauta civilizatoria la marcaban los pueblos que mejor sabían ejercer el arte de la guerra que, como grandes teóricos lo han demostrado, va más allá del uso de las armas, de la aplicación de tácticas marciales y del establecimiento de alianzas político-militares. “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, dijo Carl von Clausewitz en el siglo XIX.

Pero Andrés Manuel López Obrador es un vulgar adoctrinado. Asistió a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM sólo para recibir lavado cerebral en marxismo (especialmente el de Juan Carlos Mariátegui), en indigenismo, en “teoría de la dependencia”, en “pedagogía del oprimido”, en “teoría decolonial”, en “teología de la liberación”, etc. De aquí su mentalidad maniquea y redentorista, de “buenos que sufren” contra “malos que oprimen”, de “malditos conquistadores europeos” contra “dignos y puros indígenas en valerosa resistencia”, de “eurocéntricos” contra “pluriculturales”.

México, nuestro abigarrado México, es producto de un accidentado mestizaje que comenzó desde antes de la llegada de los españoles; mestizaje donde las piezas principales han sido colocadas por los pueblos o grupos hegemónicos en turno. ¿En dónde no es así? Pero esta hegemonía se ha conseguido gracias a buenas dosis de colaboracionismos, conveniencias, negociaciones, complicidades, alianzas, cesiones, traiciones, etc., de tal suerte que las “impurezas” son la nota constante.

En lo que ahora es México, y por al menos 500 años, cada pueblo, casta, estrato, sector, clase o grupo social ha tratado de conseguir el mejor puesto posible en el teatro de la política, negociando con el poder gubernamental en turno y con la hegemonía imperante en un momento dado, de tal suerte que los papeles históricos de “rebeldes” y de “colaboracionistas” depende, no pocas veces, de las volubles, impredecibles y hasta caprichosas coyunturas.

Por ello, el teatrito montado hoy por Andrés Manuel López Obrador, Huey Tlatoani de la Cuarta “Transtornación” Mental, sólo puede movernos a risa y a pena ajena. Un acto más del incansable y soez patrioterismo del Nerón de Palacio Nacional que, cuando no se siente Benito Juárez, se cree Quetzalcóatl.

Para ser Presidente de México se debería aprobar un examen de salud mental. Es sólo una sugerencia.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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