Raúl Flores Martínez.

Dentro del mundo de la narcocultura, se santifica la imagen del líder de los carteles de la droga, se imita a tal grado que los narcomenudistas, se creen que son los dueños de la colonia popular, sin darse cuenta que solo son unos pobres diablos, el eslabón más frágil del crimen organizado.

¿Cuánto daño hacen las narcoseries a los jóvenes?

Una pregunta que nadie se atreve a contestar, sobre todo en el caso de las autoridades, quienes hasta el momento no han podido frenar la oleada de violencia que sigue creciendo en el país, prueba de ello son las disputas por las plazas en Chiapas, Michoacán y sur del Estado de México.

A lo que voy con estás líneas, es que nadie del gobierno Federal da a conocer la verdadera cara del crimen organizado, una cara que nada tiene que ver con los lujos y millones de pesos que tanto se presumen en las series de televisión y generan un sueño para los jóvenes que entran a las filas del crimen organizado.

Ayer vi una entrevista en Telemundo que le hicieron al capo, Miguel Ángel Félix Gallardo, alias “El Jefe de Jefes”, uno de los principales iniciadores del trasiego de droga de Colombia a Estados Unidos, una entrevista donde su imagen acabada por la enfermedad, no tiene nada de aquellos tiempos mozos de su mandato en el crimen organizado.

Así es como algunos capos, tienen la suerte de terminar sus días, encarcelados y olvidados en las prisiones de máxima seguridad del país o Estados Unidos, escribo suerte porque otros, los aprendices de capos, terminan sus días bajo la sombra de las drogas o la ejecución.

Esos jóvenes soñadores y adoradores de la narcocultura, al entrar a las filas del crimen organizado, firman su sentencia de muerte a meses o máximo cinco años de vida, de acuerdo con los especialistas en materia de seguridad nacional y crimen organizado, jóvenes desubicados que se deja deslumbrar por una fama y dinero que nunca llegará.

Quién no conoce al narcomenudista de la colonia, ese fanfarrón que trae un auto deportivo, tenis de marca de la palomita; pero con dos pesos en la bolsa y una vivienda paupérrima que se cae del mal estado en el que está, esos jóvenes que su aspiración, es vender la cuota de la droga más barata que consigue.

Ayer Miguel Ángel Félix Gallardo, salió a la luz pública dando su primera entrevista desde que fue detenido, su imagen de gran capo fue borrada por la enfermedad, por el encierro en un área de máxima seguridad de un penal mexicano, un capo que reconoce que sus aspiraciones es morir, algo que muchos de los aprendices de capos, deberían de aprender que entrar al crimen organizado, es vender su alma y la de su familia al diablo.

Ahí esta la muestra, mientras el gobierno Federal, sigue cerrando los ojos y regalando dinero, en lugar de hacer estrategias para evitar que los jóvenes sean llevados a las filas del sicariato, estrategias que no sea dar dinero, porque regalar dinero, también es corrupción.

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