Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

“A la Mitad del Camino” es el título del nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador. No estimo útil o necesaria su lectura porque han sido más que suficientes 691 conferencias mañaneras y 11 informes de gobierno de quien presume paradójicamente más hechos que palabras durante poco más de mil días de la mal llamada Cuarta Transformación.

Además, después de algo así como 60 mil afirmaciones presidenciales no verdaderas, contabilizadas por el analista político Luis Estrada, no esperaría una pieza literaria en la que no hubiera más de lo mismo: prejuicios ideológicos, resentimiento, soberbia y justificaciones simplistas en vez de políticas públicas, programas medibles, estrategias realistas y beneficios tangibles que fueran más allá de acciones asistencialistas y transferencia de responsabilidades.

Es más útil, en todo caso, revisar el proyecto de presupuesto que el presidente de la República envió en días pasados a la Cámara de Diputados para su discusión y aprobación. No porque hubiera un golpe de timón que fuera a corregir un rumbo ostensiblemente equivocado, sino para abonar en la triste hipótesis ya planteada en este espacio de que éste será un sexenio perdido.

A pesar de estar documentado que la parálisis económica inició antes de la pandemia por señales hostiles hacia la inversión, el paquete económico 2022 insiste en privilegiar el desmesurado gasto público en tres obras insignia de este gobierno -que no serán financiera ni socialmente rentables- y en la enorme transferencia de recursos a la clientela electoral de López Obrador.

Si la inversión pública crece es porque urge terminar el Aeropuerto “Felipe Ángeles”, que literalmente será un elefante blanco (más bien un mamut pálido), o para seguir apostándole a la ya casi obsoleta refinación de combustibles fósiles, cuando no a un tren que a la mitad de su ejecución cambia de trazo un día sí y otro también. Si el gasto en salud avanza 27 por ciento es porque el subejercicio reciente fue criminal y porque el desastre del INSABI y del abasto de medicinas adquiere ya proporciones apocalípticas.

La apuesta presupuestaria hacia Pemex se dobla y el gobierno federal hará pública una cuantiosa deuda que arrastra la petrolera, ya sin los salvavidas que le lanzó la reforma energética de 2015 que había abierto la puerta a inversiones privadas que liberaban presión a las finanzas públicas y que si bien reducían el tamaño de la empresa, también garantizaban rentabilidad para la Nación.

En el presupuesto se lee claramente la continuación del proceso de desmantelamiento de la Administración Pública Federal, con el pretexto de una austeridad mal entendida y del supuesto combate a prácticas corruptas, que simplemente han cambiado de protagonistas.

Y para acabarla de amolar, los criterios sobre los que se construye el gasto de nuestros impuestos para el año que entra, reiteran el exceso de optimismo que más bien huele a autocomplacencia: proyecciones inalcanzables de crecimiento económico y cálculos poco realistas de inflación y producción de la plataforma petrolera nacional. Además, claramente ya se apuesta a un relajamiento en la política monetaria del Banco de México con la próxima llegada de Arturo Herrera Gutiérrez al instituto central.

El gobierno de López Obrador sigue dando tumbos que lo llevan desde su errática conducción sanitaria hasta la infinita ampliación de atribuciones al Ejército Mexicano, que ahora ya no tiene tiempo ni elementos suficientes para sus tareas prioritarias en un septiembre marcado por desastres hídricos que han afectado a millones de mexicanos. Hay quienes ahora mismo reciben una pensión pero no pueden acceder a recursos públicos para atender sus necesidades frente al golpe de huracanes, inundaciones o deslaves.

Los tumbos que van de Tabasco a Bucareli, del Palacio de Covián al Senado, de Culiacán a Madrid y posiblemente de Mexicali a la capital del país. Tumbos que significan recomposición del poder de cara a la segunda parte del gobierno, que será muy, pero muy distinta a la primera.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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