Ni vendido, ni alquilado

Francisco Garfias
Francisco Garfias.
Dice el presidente López Obrador que “la prensa vendida o alquilada” usa sus declaraciones para decir que está en contra de la UNAM.
Este reportero sostiene que insistir que la máxima casa de estudios se “derechizó”, luego de señalar que defiende el modelo neoliberal e individualista, es un agravio a la comunidad universitaria.
Nadie me pagó o me alquiló para sostener que los dichos de AMLO son absurdos, malintencionados y mentirosos.
Si hay algún lugar en la República donde caben todas las ideas, predominantemente las de izquierda, es en la Universidad Nacional Autónoma de México, alma mater del hombre de Palacio Nacional.
La reacción del rector Enrique Graue tardó en llegar.
Apenas ayer, a las 13:50 horas, la UNAM sacó una tibia respuesta a los señalamientos del presidente.
“La UNAM ha sido siempre respetuosa de las distintas ideologías, corrientes de pensamiento, posiciones políticas y opiniones expresadas por integrantes de su comunidad, sus egresados o por cualquier persona.

“Gracias a esto, la universidad sirve a la nación con un compromiso social en permanente transformación. Así ha ocurrido durante años, con millones de profesionistas formados con responsabilidad social…”

El rector estaba obligado a responder los ataques a la Universidad, aunque se trate del presidente de la República, o se esté negociando el presupuesto para el 2022.
Entiendo también el elocuente silencio del ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, embajador de México en la ONU. Me atrevo a asegurar que reprueba los dichos de AMLO, pero es representante de su gobierno ante ese organismo internacional. Tiene dos opciones: el silencio o la renuncia.
El presidente utilizó la figura de otro ex rector, José Narro Robles, para apoyar sus afirmaciones. Lo usó como ejemplo de la “derechización” de la UNAM.
“Imagínense, un ex rector, que todavía tiene mucha influencia, Narro, se va de secretario de Salud y en ese tiempo habla de los ninis, de los jóvenes, ex rector de la UNAM, que ni estudian ni trabajan. Algo ofensivo.

“Pero no sólo eso, siendo secretario de Salud acepta ser delegado del PRI en Ecatepec. Estamos hablando del rector. Claro, no todos los maestros afortunadamente están así”.

Vía WhatsApp le pedí al doctor Narro una reacción sobre los ofensivos señalamientos que le hizo el presidente. Me aparecieron las delatoras palomitas azules. No me respondió.
Poco después leí la entrevista que le dio al periódico Reforma: “Cuando yo he tenido militancia, lo he hecho en uso de mis derechos y lo he hecho en los sitios y en los Gobiernos que corresponden…”, dijo.
Y aseguró: “como autoridad universitaria, nunca hice proselitismo partidista de ninguna naturaleza, porque hubiera fallado a mis convicciones. Tengo dos años y medio que renuncie a la militancia en el PRI”.
El senador de Morena, Ricardo Monreal, académico de la UNAM, marcó distancia de la postura de AMLO, con mucha sutileza.
 “No me voy a confrontar nunca con el presidente. Es una opinión que respeto. Pero soy formado en la UNAM y siempre me pondré del lado de la UNAM”, dijo en rueda de prensa.
Me gustó la franqueza del desplegado a la comunidad universitaria que dio a conocer el ex ministro de la SCJN, José Ramón Cossío, bajo el título: “Frente a la diatriba, una respuesta correcta y mesurada.”
El documento no solo rechaza tajantemente las declaraciones de AMLO, sino que sostiene que las palabras del presidente agravian a los universitarios, particularmente el compromiso social de las instituciones, que ha sido invariable y permanente.
El presidente repartió las acusaciones de “neoliberales” no sólo a la UNAM, sino a todas las universidades públicas.
Jaime Valls Esponda, secretario general ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), de plano se quedó callado. ¿Será porque quiere ser gobernador de Chiapas? Es pregunta.

Los ex rectores de la UNAM, José Sarukhán, Francisco José Barnes de Castro, Octavio Rivero Serrano, tampoco han abierto la boca. Lamentable.

***

Va un dato que demuestra que AMLO está mal informado.

El presidente recomendó a Rosario Robles, encarcelada hace más de 26 meses en Santa Martha Acatitla, acudir a la CNDH para inconformarse por violaciones a sus derechos humanos.

Rosario ya lo hizo. Presentó una queja ante la Comisión hace ya casi dos años. No fue atendida.

Francisco Robles Berlanga, hermano de la ex secretaria de estado, nos proporcionó copia de la queja. Va dirigida a Rosario Piedra Ibarra. El sello de recibida dice que fue entregada a las 11:55 horas del 16 de diciembre del 2019.

Rosario sigue en la cárcel por un delito que no amerita prisión preventiva oficiosa: ejercicio indebido de la función pública. El pretexto para mantenerla encerrada: alto riesgo de fuga.

FIN.

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