Raúl Flores Martínez.
El crimen organizado en México, ha creado a través de los años, una maraña de tentáculos que alcanzó las esferas de la política, seguridad, procuración de justicia y diversos niveles de los tres niveles de gobierno.
Un claro ejemplo, es la compra de diversas alcaldías en municipios de la zona del Pacífico, que curiosamente ganó Morena con el apoyo de las células del crimen organizado.
En un futuro no muy lejano, ya se estará trabajando una denuncia por delitos de lesa humanidad y desaparición forzada; además de delincuencia organizada contra YSQ.
Esto de acuerdo con algunos políticos, incluidos de Morena a los que se les ha preguntado ¿Qué tan efectiva es la estrategia de seguridad en el país?
Todos confirman el fracaso de esta estrategia, unos van más allá y llaman cómplice del crimen organizado al Presidente López Obrador, esto debido a que el no hacer nada en contra de los delincuentes, es una manera de protegerlos.
Todo lo contrario, sucede en Colombia, dónde el gobierno detuvo a Dairo Antonio Úsuga David, conocido por los alias de «Otoniel», «Mauricio» y «Mao», exmiembro de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación y del grupo paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia, quién tenía una ruta de trasiego de cocaína hacia México y Estados Unidos.
De acuerdo con el gobierno de Colombia, los “tentáculos” y “rutas” de la organización que comandaba Otoniel, tenía ligas en Europa, dónde el cártel colombiano se alió con las mafias calabresa y siciliana y narcotraficantes de los Balcanes, que a su vez surten de cocaína a países asiáticos y de Medio Oriente.
Bajo el mando de Otoniel, la organización exportaba mensualmente 20 toneladas de cocaína que alcanzaban un valor de unos 26 millones de dólares.
Mientras en México, se agasaja a los criminales con abrazos y apapachos, en una equivocada estrategia de seguridad, qué lo único que hace es fortalecer a los distintos carteles de la droga y sus brazos armados, bajo la complacencia gubernamental.
