La 4T, política sin filosofía

Alejandro Zapata Perogordo.

Dentro del contexto actual es conveniente repasar la historia, pues uno de los conceptos centrales de la política y la manera en que debe llevarse a cabo para cumplir eficazmente con sus objetivos, se encuentran en los documentos que fueron legados desde hace centurias por Platón y su alumno Aristóteles, quienes se dieron con profundo conocimiento a la tarea de plasmar racionalmente lo concerniente a esa actividad.

Ya desde aquellos tiempos hablaron de la forma de gobernar con enfoque en la realidad, propiciando cambios y mejoras a partir de una concepción idealista, considerando patrones psicológicos, culturales y sociales, buscando la conformación de una clase media para evitar los extremos y las brechas de desigualdad.

Sin embargo, siguieron imperando los sistemas absolutistas prácticamente hasta finales del siglo dieciocho, donde comienzan las ideas liberales que brotan aún antes de la revolución francesa con el pensamiento de Montesquieu, Tocqueville y otros, ideas que fueron adoptadas por los norteamericanos.

Por su parte Gramsci, con tendencias marxistas, proyectó la razón de ser de la política al advertir los inconvenientes de que un grupo hegemónico gobierne bajo los únicos parámetros económico-corporativos, así como la inviabilidad de la guerra, la violencia e imposición para conseguir esos objetivos.

Entre otros intelectuales encontramos al francés Edgar Morin, quien dimensiona a través de sus análisis sociológicos la necesidad de tomar en cuenta los deseos, valores y prácticas sociales, para entender la realidad y aspiración de la vida moderna en la colectividad, así, en esa medida la política no es susceptible de implementar el totalitarismo, sino que debe encaminarse a procurar la parte asociativa, combatiendo lo que sea disociativo, el arte de la integración y no de la dominación.

Viene a colación el pensamiento contemporáneo de Norberto Bobbio, quien señala que la política abarca la generalidad y no la totalidad, donde es el espacio de toma de decisiones esencialmente en aquellos fenómenos sociales trascendentes en la conformación del poder político. Situando límites en sus relaciones, tanto por la norma jurídica como por la conducta ética de sus integrantes.

En esa medida se obtienen líneas de pensamiento básicas sobre el quehacer político y sus acciones encaminadas a los objetivos, consistentes en resolver pacífica y razonablemente los conflictos entre grupos y personas democráticamente, cuyo fin es el bien común.

No obstante las premisas, conceptos y cimientos de la política, las acciones de la cuarta transformación van en sentido contrario a las tesis abordadas, las clases medias están siendo aniquiladas; los mensajes de odio y rencor, tienden a la fragmentación social: las limitantes establecidas por las leyes, permanentemente se infringen; la imposición en las decisiones es una práctica cotidiana;  la tendencia a la militarización implica un poder dominante; sin debate, reflexión e intercambio de ideas, se percibe alejamiento con los más elementales principios democráticos; la intolerancia y persecución contra los adversarios es patente y; el mando único, totalitario e incontrovertible, implica absolutismo, en síntesis, anti política, el poder por el poder. 

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