La mancha de la corrupción no se borra ni con toda el agua de los océanos

Isaías Villa González*.

Así pontificaba el presidente AMLO en la mañanera del 14 de agosto de 2019. Decía “Imagínense la vergüenza para un corrupto. Y puede ser que con argucias, maniobras, (porque no haya pruebas: se le acusa de ratero, no de tonto) evadan la acción de la justicia; pero cada vez es mayor la condena social…Porque eso es lo que más ha dañado a México: la corrupción, la deshonestidad. Es la causa principal de la desigualdad social y de la desigualdad económica, de la pobreza, de la inseguridad, de la violencia…”

Pues vaya salpicada de manchas de este sexenio, en el entorno cercano del presidente. Colaboradores apreciados, como Manuel Bartlett, Delfina Gómez, y un largo etcétera. Familiares como sus hermanos Pío y Martín, su prima Felipa. Y ahora el caso de su hijo José Ramón y las casas de Texas. Ya no basta la palabra presidencial para exculpar, la del líder moral que postula la austeridad republicana y una humildad en donde basta tener un par de zapatos. Son demasiadas evidencias ya, sin investigaciones creíbles, que despedazan la palabra y la confianza.

Como ha sido documentado, existe en el más reciente escándalo varios datos contundentes: 1) El 5 de agosto de 2019, ya López Obrador presidente, PEMEX firmó un contrato por 85 millones de dólares (con lo que sumaban 151 mill en total) con la empresa petrolera texana Baker Huges; 2) En septiembre siguiente, el matrimonio López-Adams ocupaba una ostentosa casa en Houston, a nombre de Keith L. Schilling, alto directivo de Baker Huges. Luego se mudarían a otra, igualmente suntuosa, propiedad de Carolyn, también en Texas; 3) Carolyn Adams, nuera del presidente, ha sido ejecutiva en empresas del sector energético petrolero. A principios de 2018 celebraba triunfos de la empresa Shell, a la que el actual gobierno compraría la refinería de Deer Park.

En estos hechos puede haber indicios investigables de soborno, tráfico de influencias, lavado de dinero, desvío de recursos. El presidente en 2014 fustigaba “el asunto de la nueva casa de EPN huele a lavado de dinero. Es un delito que debe investigarse de oficio. Un motivo más para que renuncie”. Hoy simplemente deslinda a su gobierno; sin más explicaciones.

De acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción 2021, emitido por Transparencia Internacional, México ocupa el sitio 124 de 180 países evaluados; y es el peor de los 38 países de la OCDE. Está en el nivel de Gabón, Níger y Nueva Guinea.

Compartimos sin duda la idea de combatir la corrupción a fondo. Pero sostenemos que no es con la voluntad de una sola persona, solo declarativa y de uso convenenciero. Se requieren instituciones y normas; y su aplicación estricta sin distingos, para ir desarrollando una cultura pública y social anticorrupción

Complementar el Sistema Nacional Anticorrupción; hacer de vigencia plena los sistemas de transparencia y acceso a la información; lograr la plena autonomía del sistema judicial; sancionar con contundencia y de manera ejemplar a propios y extraños. Es decir, llevar adelante lo contrario a la creencia y práctica del actual  titular del Ejecutivo, de denostar o exculpar de acuerdo a su voluntad y conveniencia, como un ejercicio de poder autocrático. La mejor forma para combatir la corrupción, demostrada en otras latitudes, es justamente desconcentrar el poder, democratizarlo, dispersándolo en un sistema institucional de contrapesos autónomos y vigilancia de su ejercicio público.

PD: Por ello, por cierto, también hay que seguir defendiendo al INE, al que se quiere exterminar para tener procesos electorales a modo.

*Consejero Nacional del PRD

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