Macondiano y corrupto

Por. Rubén Cortés

El presidente peruano, Pedro Castillo, manipula su origen campesino, vestimenta tradicional con sombrero y sus alimentos callejeros, como demostración de que eso lo convierte en honesto obligatoriamente. Pero hoy su gobierno vive el peor momento por acusaciones de corrupción.

Perteneciente a la corriente populista del castrochavismo, Castillo acaba de ser noticia en México porque el presidente mexicano le mandó a su propio secretario de Hacienda, para que le ayude a resolver la crisis económica en la que sumió a Perú.

Sin embargo, la espiral de acusaciones de corrupción en la que está envuelto Pedro Castillo, en especial desde antier, lo pueden sacar de la presidencia, aunque haya apelado de inmediato a lo que dicta el manual castrochavista del Foro de Sao Paulo, diciendo que se trata de un “Golpe de Estado blando”.

Una empresaria que fondeó su campaña presidencial se acogió a la figura de testigo protegido y reconoció ante el Ministerio Público su participación con el presidente y familiares de éste, en negocios ilegales con empresas a las que les dio obras públicas sin licitar.

El gobierno de Pedro Castillo se caracteriza por otorgar a dedo las obras públicas a las empresas que más le simpatizan, y utiliza muy poco el concurso público que permite concursar al mayor numero de empresas posible, para que el gobierno se decida por las de mejor oferta costo-beneficio.

La empresaria Karelim López aceptó ante el Ministerio Público su participación en una red, junto con Pedro Castillo y cinco secretarios de Estado, para obtener dinero otorgando grandes obras del gobierno a las Fuerzas Armadas y a la Secretaría de Salud.

El dinero era utilizado para pagar deudas que el mandatario habría contraído en su campaña electoral, según con la declaración, contenida en 25 fojas y más de 12 horas de grabación del Ministerio Público. Antes, la Fiscalía había encontrado 20 mil dólares en un baño del Palacio de Gobierno.

La dimisión más reciente fue la del secretario de Economía y Finanzas, Pedro Francke, a quien, en los hechos, fue a sustituir el secretario de Hacienda de México, Rogelio Ramírez de la O.

“Tenemos que ayudar a los pueblos hermanos. No es sólo apoyar a Pedro Castillo, un presidente surgido orgullosamente de una zona campesina pobre”, así justificó el mandatario mexicano el envío de su titular de Hacienda a trabajar en el gobierno de Perú.

¿Qué nuestro presidente afirma que su política exterior se basa en no entrometerse en la política interna de otros países? Para Perú eso no aplica. Y manda rescatar al presidente de origen pobre que no licita obras públicas, y está acusado de corrupción.

Pero su amigo está en problemas, como los que les suceden a quienes se asumen como Gandhis sin serlo.

 

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