08-M, la protesta estéril

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Salieron nuevamente a protestar. A las vándalas de siempre se sumaron, ahora, las repartidoras de flores a mujeres policías. Buen detalle. Las imágenes muestran contingentes cada vez menos rijosos, pero con las mismas visiones erradas y las mismas falsas esperanzas.

“La violencia es machista”, dijo Claudia Sheinbaum para tratar de disuadir a las pandilleras violentas. No lo consiguió, obvio, pero además demostró su ignorancia, su fanatismo y su carencia de lógica (falacia de falsa asociación, de falsa equivalencia).

Como la feminista que es, Claudia Sheinbaum no ha entendido que la violencia es una potencialidad consustancial a todos los seres humanos, ya que todos nosotros podemos usar la fuerza para someter o atemorizar a los demás, para conseguir nuestros objetivos, para hacernos obedecer, para imponer nuestra voluntad.

Las mujeres también ejercen violencia cotidianamente; muchas veces contra otras mujeres. Pensar que la violencia es privativa de los varones supone un error conceptual y una farsa política. Ayer vimos, de hecho, a muchas feministas ejerciendo la violencia. Pero, bueno, ya sabemos que el feminismo es una vertiente más del irracionalismo: no esperemos del feminismo una visión correcta de la cruda realidad.

Y, como en otras ocasiones, la violencia feminista demostró su carácter delictivo, ciego y estéril. Las feministas dirigen su odio y su rabia a objetivos equivocados: las estatuas, los monumentos, las paredes y las vallas son seres inanimados, en tanto que “el patriarcado” es una entidad fantasmagórica, una noción paranoica.

Entre otras cosas, se quejan de “la violencia machista” pero olvidan con facilidad que, en la mayoría de las ocasiones y dentro del ámbito doméstico, esa violencia la ejercen “los machos” que ellas mismas eligen como pareja de vida: mejor culpar a un fantasma llamado “patriarcado” antes que aceptar el costo de sus malas decisiones. Lo peor: esperan que enviando a sus “machos” a cursos de “nuevas masculinidades” la cosa puede cambiar.

El mundo, de suyo inseguro para todos, también les causa escozor a las mujeres que protestaron: quieren regresar seguras a sus hogares; hogares que también consideran inseguros. ¡Puf! Y le exigen seguridad a un gobierno que no ha roto “el pacto patriarcal”, porque ese gobierno sólo quiere abrazar amorosamente a los delincuentes, esperando que éstos cambien sus malos hábitos por obra y gracia del Santo Evangelio que profesa el Tirano de Macuspana.

Una vez más fuimos testigos, mis amigos, de protestas violentas y bien intencionadas pero totalmente estériles.

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