Revocación: la farsa

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Cuando el expresidente del gobierno español, Felipe González, le preguntó a Lorenzo Córdova si era cierto que el mismísimo Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores promovían que en México se realizaría una consulta para revocar el mandato presidencial escuchó -incrédulo- la respuesta afirmativa del presidente del Instituto Nacional Electoral.

Efectivamente, la mal llamada Cuarta Transformación promueve febril y engañosamente que su líder pueda dejar el poder, confirmó el político hispano. Y Córdova se rehusó a opinar sobre este contrasentido argumentando que no podía hacerlo porque a él le tocaba organizar legalmente tal despropósito.

¿Cómo creer que un mandatario impulsa frenéticamente que se le pregunte a la población si quiere que se vaya? ¿No se supone que la ley de revocación que se empeñó en promulgar establece claramente que tal consulta debe ser solicitada por ciudadanos que han perdido la confianza en el mandatario o considera que ya no puede ejercer el cargo? ¿Para qué llamar a un proceso de revocación de quien todavía mantiene un importante respaldo popular?

La respuesta a esas preguntas nos lleva claramente a cambiar la palabra “revocación” por la de “ratificación”, en un claro embuste que lo único que constituye es un ejercicio dizque democrático a través del cual López Obrador busca ganar fuerza política para enfrentar el último trecho de un gobierno fallido, generador de grandes expectativas pero poquísimos resultados.

Viejo zorro de la política que es, el Presidente de la República promovió una ley que obliga al Instituto Nacional Electoral organizar la consulta revocatoria bajo las mismas condiciones de una elección constitucional, pero sin autorizarle los recursos necesarios para ello. Carambola de dos bandas: ganar un referéndum (porque lo ganará) y culpar al INE de la poca participación y por lo tanto de la reducción en la preferencia electoral por el Morena y su líder, que quedará muy lejos de los 30 millones de votos del 2018 e incluso de los 17 millones de sufragios en la elección intermedia de 2021.

El engaño perfecto. El genial embuste. “El pueblo pone y el pueblo quita”, con la seguridad de que lo segundo no ocurrirá y que la ratificación dará oxígeno a un gobierno que ha colocado al país en el borde del abismo del estancamiento económico, de la violencia descontrolada y de la destrucción institucional.

México pareciéndose cada vez más a Venezuela, porque aún cuando López Obrador no buscara la reelección, tendría en la opción de la revocación de mandato una oportunidad para mantener la espada de Damocles sobre la cabeza de su sucesor, en un interminable y carísimo ejercicio de referéndum que no le daría al país certeza de rumbo.

Por todo esto decliné participar como funcionario de casilla cuando el INE me convocó como afortunadamente ya lo había hecho en procesos anteriores en los que sí participé, y por lo mismo no iré a votar en esta farsa. Porque aún cuando se lograra una participación amplia que hiciera vinculante el resultado y que ganara la revocación, escenario prácticamente imposible de darse, Andrés Manuel López Obrador tendría como siempre su necio recurso de desconocer los resultados o de simplemente usar su mayoría legislativa y sus amarres políticos para imponer al presidente sustituto.

No hay para dónde hacerse. AMLO fue elegido democráticamente para un periodo que concluye en 2024. Ya entonces iremos a las urnas para decidir qué es lo que sigue. No antes y menos con verdades a medias o mentiras completas del populista desenmascarado ya incluso por quien fuera su mentor y líder histórico de la izquierda mexicana: Cuauhtémoc Cárdenas.

Por eso hago un llamado a la racionalidad y a no participar el 10 de abril en la consulta. Nunca fui un abstencionista pero hoy lo soy porque el proceso está viciado de origen: una ley impulsada desde Palacio Nacional incluso con millones de firmas falsas y que hoy es violada por ellos mismos al hacer campaña y promoción electoral.

No formaré parte de una estrategia de destrucción de las mismas autoridades electorales que hicieron posible el legítimo triunfo de quien hoy destruye cualquier contrapeso a su poder constitucional. Un dictador en ciernes.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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