La partería, práctica ancestral

Por. José C. Serrano

El embarazo, el parto y el puerperio forman parte de un proceso biológico y universal. Pero, aunado a este proceso natural colectivo, existen normas sociales y culturales que lo particularizan. Es por ello que la manera de mirar tal suceso se modifica, dependiendo de la sociedad y el momento histórico en que se gesta. Esto implica tomar en cuenta marcos de referencia simbólico-culturales, que dictan la forma en que ciertas prácticas deben ser llevadas a cabo.

Como ejemplo de ello, puede citarse el hecho de que las parteras comunitarias manifiestan formas específicas de cuidado y atenciones durante el embarazo, parto y puerperio (EPP). establecidas por la costumbre, la tradición y el hábito. Es preciso recordar que estas formas de atención y cuidado se gestan en el presente como categoría histórica a la par, de un modelo médico hegemónico (MMH).

Durante la adminsitración del presidente Luis Echeverría Álvarez, su esposa María Esther Zuno, lideró un programa dirigido a parteras empíricas, con el que se logró capacitar a parteras del medio rural con el fin de cubrir los vacíos en el sistema de salud, presentadas principalmente en las zonas rurales de México.

Es precisamente este programa, derivado de una política pública, el que detona ciertos procesos modernizadores muy significativos en algunas comunidades rurales, debido a que influye desde los años 70, en la formación y capacitación de las parteras empíricas.

La combinación entre el MMH y las prácticas tradicionales para la atención de problemas de salud, ha tomado fuerza a partir de la llegada de los primeros hospitales IMSS-COPLAMAR en 1983. La experiencia de conformar equipos con médicos, enfermeras y parteras tradicionales ha sido una experiencia dialéctica sumamente enriquecedora.

Los médicos y enfermeras pudieron aprender que la vía de contacto de la partera con la parturienta es “el cuerpo”, ya sean las manos de la partera donde reside el don del conocimiento, la boca de la partera, utilizada para dar respiración al recién nacido, cuando así se requiere, lo que representa un saber tradicional. Aunado a ello, hay otros elementos como el rebozo, las cuerdas, las fajas y demás componentes que constituyen formas ancestrales para atender el EPP.

El jueves 5 de mayo de 2022 se leía en los encabezados de algunos diarios de circulación nacional: Más de 6 mil 600 parteras tradicionales brindan apoyo al IMSS-Bienestar. El cuerpo de la nota cita la declaración de la doctora Martha Elena Celis Téllez, jefa del Departamento de Participación Comunitaria, quien destacó que “de los 18 estados donde tiene presencia esta estrategia, Chiapas concentra la mayor población de parteras con 2 mil 770, seguido de Veracruz, Puebla, San Luis Potosí y Oaxaca.

En el marco del Día Internacional de la Partera, que se conmemora el 5 de mayo, expresó que la labor de las parteras fortalece el lazo con las Unidades Médicas Rurales (UMR) y con los equipos de salud para evitar muertes maternas y si existe alguna complicación, derivarla en forma oportuna a la Unidades Médicas y Hospitales Rurales con los que cuenta el programa.

Guadalupe Hernández Ramírez, presidenta de la Asociación de Parteras Profesionales (APP), en conferencia de prensa dijo que “la labor de las parteras podría salvar cada año unos 4.3 millones de vidas, de ahora a 2035, pero además fomenta el parto natural, la lactancia materna, promueve la salud y el bienestar de las mujeres y los recién nacidos”.

Ami Sosa Vera, periodista, maestra en periodismo sobre políticas públicas, en su nota del viernes 6 de mayo, suelta a rajatabla: “El 5 de mayo se celebra el Día Internacional de la Partera y México no tiene ni un ramo de flores para regalarles. A pesar de ser una labor que ha resistido colonialismos, imperios, guerras y pandemias, hoy está en peligro de extinción en el país”.

Sosa Vera señala que este no es un hecho aislado ni que se deba a la pandemia, ya que desde hace varias décadas las parteras fueron orilladas a ocultarse y a operar en la clandestinidad.

La periodista aborda un punto muy sensible: “El sistema médico actual basa su labor en curar enfermedades. Visto de este modo, el parto no es entendido como un proceso natural de la vida de las mujeres, sino que es comprendido en términos de síntomas y condiciones anormales. ¿Por qué creen que decimos ‘ya se alivió’, cuando una mujer da a luz?”.

Desde otro ángulo, las parteras, muchas de ellas madres, entienden que el parto es similar a la menstruación, en el sentido de que es un proceso normal y saludable de las mujeres.

Al contrario de lo que pudiera pensarse, la atención del parto vaginal en la actualidad no la efectúan en su mayoría los especialistas, sino que la realizan médicos generales. Las parteras son las únicas que le dedican 100 por ciento de su tiempo y entrenamiento específicamente al EPP.

Países como Ecuador, Chile, Holanda, Inglaterra, y Alemania ya han incluido a las parteras en sus sistemas de salud públicos, lo que ha reducido acciones invasivas innecesarias. Es deseable que la doctora Gisela Juliana Lara Saldaña, titular del Programa IMSS-Bienestar, actúe con independencia y sabiduría, ajena a todo mandato irresponsable surgido de Palacio Nacional.

 

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