México.- A partir del punto de vista físico, simbólico, palpable y tangible, los muros en todos los lugares son lo mismo: mensajes de exclusión, división, confrontación y medios de discriminación. Donde quiera que se encuentren aquellos que dividen territorios y países, deben ser mirados con una perspectiva crítica, sobre todo de los derechos humanos, afirmó el director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Pedro Salazar Ugarte.
En la apertura de la última sesión del Congreso Internacional Crisis migratoria en Europa y América a la luz del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, realizada en formato híbrido en el campus Tijuana de la Universidad Iberoamericana, añadió:
Lo que vemos en esa ciudad fronteriza cosmopolita, culturalmente rica y dinámica, es también una postal del drama cotidiano de millones de personas que se ven en la necesidad, por distintos motivos, de abandonar sus lugares de origen y emprender periplos migratorios. “Es un recordatorio de cuál es el sentido del trabajo que realizamos y del alcance de las actividades que las instituciones académicas debemos llevar a cabo”.
En tanto, el director general de la Universidad Iberoamericana Tijuana, Florentino Badial Hernández, coincidió que en esta urbe se aprecia el desarrollo económico, el encuentro multicultural y el dinamismo que hoy vive la humanidad, pero también los principales desafíos que enfrenta el mundo: violencia, pobreza, vulneración de garantías fundamentales y la exclusión simbolizada por un muro fronterizo. “Es una ciudad cuya identidad está construida a partir del encuentro de personas de diferentes culturas y nacionalidades; tenemos esa riqueza, reconociendo en primer lugar que todos debemos gozar de los mismos derechos e inclusión, por el simple hecho de que todos somos humanos”.
En la mesa 4, “El éxodo venezolano”, Fernando Lozano Ascencio, director del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, resaltó que la perspectiva de la movilidad sur-norte ha quedado rebasada. “Hay un gran cambio que se vive desde antes de la pandemia, una transición migratoria que consiste en que el movimiento de personas en América Latina es hacia la propia región”.
No hay un patrón tradicional de desplazamientos al norte global, como Estados Unidos, Canadá o España; hoy tampoco podemos hablar de corredores migratorios de manera precisa. El fenómeno se presenta entre sociedades equivalentes, y, por ejemplo, de Haití hay movilidad a naciones como Brasil, Chile o México, no sólo a la República Dominicana o la Unión Americana, como antes, acotó.
De acuerdo con el asistente Senior de Protección de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados, Emilio González González, Venezuela es la nación con más desplazamientos forzados en la actualidad, sólo después de Siria y Ucrania. Eso genera una presión demográfica fuerte en Sudamérica, en las regiones fronterizas venezolanas con Perú, Colombia, Ecuador y Brasil.
En los últimos 18 meses, la población acogida ha experimentado dificultades y comienza a sufrir persecución; varios de ellos buscan protección, integración o reunificación familiar en norteamérica, y así hemos presenciado aumento significativo de movimientos terrestres de esa población. De ocho mil a 12 mil solicitudes de asilo en México en sólo tres años, refieren un cambio importante.
La académica de la Universidad Católica Andrés Bello, de Venezuela, Ligia Bolívar, explicó que abandonan ese país por las siguientes razones: crisis de alimentos y del sistema de salud, situación económico-laboral e inseguridad. “No los llamo migrantes, sino personas con necesidad de protección internacional”; sin embargo, los países receptores les exigen tener pasaporte y documentos al día, visas, etcétera. Hay una emergencia humanitaria no reconocida por el gobierno de Nicolás Maduro y veremos a continuación de la salida de personas, un aumento sostenido.
En mayo de 2021 había aproximadamente siete millones de migrantes de aquel país en el mundo, lo cual representa un aumento de 24 por ciento respecto a 2010. Los destinos preferidos son Colombia, Perú, Estados Unidos, Chile, España, y en el décimo primer lugar, México. La diáspora venezolana ha sido causada por el deterioro de la economía y del tejido social, crimen desenfrenado y falta de esperanza en un cambio político cercano, enfatizó la cofundadora y directora de Apoyo a Migrantes Venezolanos, Lizbeth del Carmen Guerrero Ramírez.
Luis Xavier Carrancá, de la Clínica Jurídica Alaíde Foppa de la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, explicó que la movilidad venezolana ha traído nuevos retos, características y tensiones en nuestro país. Se habla de migración “segura, regular y ordenada”, pero en las políticas y el debate jurisdiccional es falso.
En realidad, lo que se ha hecho es limitarla, restringirla y desincentivarla a través de prácticas como la negativa o la imposibilidad de acceso al reconocimiento de la condición de refugiado, la desprotección para las personas o la restricción de visas. En la atención a refugiados “no se da protección y garantía de derechos”.
Origen, tránsito, destino y retorno
En la mesa 5, “Las caravanas migrantes en México y migración centroamericana y del Caribe”, Alethia Fernández de la Reguera, del IIJ, recordó que a partir de ese fenómeno se ha consolidado la militarización, el control fronterizo y los efectos que tiene para las poblaciones más vulnerables. La política migratoria en México está focalizada en la detención arbitraria, que genera impactos fuertes en materia de acceso a protección internacional; incluso, las organizaciones de la sociedad civil que monitorean las estaciones migratorias hablan de ellas como “espacios torturantes”.
México es un actor clave en materia de migración, nación de origen, tránsito, destino y retorno; forma parte de los cinco países con mayor número de migrantes, con 10.7 millones de extranjeros, destacó la académica de la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, Ariadna Salazar Quiñonez.
Mencionó la situación crítica que se vive en América Central a consecuencia de la inestabilidad política, presencia de pandillas, y hasta golpes de Estado. También la situación preocupante en determinadas regiones de nuestro país, donde se agrava el riesgo al que se enfrentan las personas migrantes. “Las condiciones de vulnerabilidad favorecen la explotación, la esclavitud del siglo XXI que genera muchísimas ganancias: la trata de personas”.
Al hacer uso de la palabra, Salvador Guerrero Navarro, director de la Clínica Jurídica para Refugiados Alaíde Foppa, también de la Universidad Iberoamericana, subrayó que quienes más solicitan asilo en México son de Honduras, Venezuela, El Salvador, Cuba, Haití, Guatemala y Nicaragua, es decir, de Centroamérica y el Caribe. Antes, las políticas en la materia dictadas en EUA tenían consecuencias indirectas en nuestro país, pero a partir de unos años son directas y hay acuerdos entre ambas naciones, el gobierno mexicano se compromete a ser una especie de contención administrativa; incluso, se dice que el muro de Trump no se hizo con ladrillos, sino con órdenes ejecutivas y acuerdos con otros países.
Compartir visiones
La violación a los derechos humanos de las personas migrantes en nuestro país no es una situación aislada, sino lo que normalmente sucede. Por ello, es necesaria una campaña de comunicación acerca de esa comunidad y sus derechos; además, hay que asegurarse de que las acciones de las autoridades sean efectivas y permanentes. “La cultura de derechos humanos debe ser para todas ellas, incluidos los jueces. Todas están obligadas a brindar la máxima protección a esa población”, destacó Graciela Zamudio Campos, fundadora y directora ejecutiva de Alma Migrante, en la mesa 7, “La frontera norte frente a la crisis migratoria centroamericana y caribeña”.
Tonatiuh Guillén López, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, sostuvo que la experiencia indica que los procesos migratorios no tienen solución solamente a partir de un país y con la política migratoria de una nación, así sea Estados Unidos. El gran desafío es transitar a la comprensión regional de los procesos, hasta donde lleguen, y a partir de ello avanzar a un acuerdo internacional apropiado, donde se compartan visiones, compromisos y definiciones, incluyendo las políticas de refugio, mercados laborales y desarrollo.
Si bien la migración en contexto de movilidad se ha definido por la constante vulnerabilidad que experimentan a lo largo de sus tránsitos quienes dejan sus países, a últimas fechas se ha observado que también se encuentra en las zonas de estadía, principalmente en la frontera norte de nuestro país. Se han constituido en blanco fácil del crimen organizado y de las bandas delictivas de la localidad. Son víctimas de “estafa, robos, secuestro, tortura, violaciones, trata, homicidios y feminicidios”, aseguró la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California, Chantal Lucero Vargas.
Pedro Ochoa Palacio, exsecretario de Cultura de Baja California, se refirió a Tijuana como “la casa de toda la gente”, una ciudad que ha registrado bajos índices de natalidad, que contrastan con los altos indicadores demográficos. Es una urbe que crece por las migraciones, ya sea nacionales o internacionales: más de 50 por ciento de la población no es nativa. “Aquí se tiene la práctica de recibir al que llega, al que pasa”.
Huyen de la violencia
Durante el Coloquio también se llevó a cabo la mesa, 8, “La atención a las personas migrantes en la frontera norte, una mirada desde la academia y las organizaciones de la sociedad civil”, en donde Roxana Rosas Fregoso, investigadora de la Estación Noroeste de Investigación y Docencia del IIJ, afirmó: son las organizaciones de la sociedad civil las que están afrontando la atención de los migrantes, actividad que correspondería a instancias gubernamentales. Incluso, se ha puesto de relieve la falta de coordinación entre instancias como el Instituto Nacional de Migración, el DIF estatal y las comisiones estatal y nacional de los Derechos Humanos, ante la realidad de un grupo vulnerable entre los vulnerables: los menores migrantes no acompañados.
Albertina Paoletti, del Instituto Madre Assunta, dijo que en 28 años de funcionamiento de esa institución se han acogido a aproximadamente 37 mil personas; “las mujeres que han llegado vienen con el deseo de cruzar la frontera y conquistar el sueño americano”. Los migrantes no sólo buscan una vida mejor; la mayoría sale porque ya no tiene condiciones de sobrevivencia. “Casi todas las mujeres solas y con hijos que están en nuestra casa huyen de la violencia doméstica y principalmente del crimen organizado”; en su mayoría son mexicanas.
María Georgina Garibo, de American Friends Service Committee, resaltó la importancia de proporcionar información a ese sector para que conozca sus derechos y se pueda defender, además de alentar prácticas solidarias. En cada espacio invitamos a la sociedad tijuanense a que se sume a la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes, no en una lógica de ayuda, sino de solidaridad, de que nunca sabemos quién pueda pasar por esa situación y que “podríamos ser nosotros”.
Con información de la UNAM