¿Y el respeto a los militares?

Raúl Flores Martínez.

Por décadas, los integrantes de las Fuerzas Armadas en México, forjaron un respeto de la sociedad civil que creció en las épocas de terremotos, huracanes e inundaciones, respetó que hoy ya no se tiene.

La mala decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador con la nefasta estrategia de abrazos, no balazos. El hipócrita dicho de “los militares también son del pueblo”, les amarró los brazos para defenderse de los malandros, delincuentes o sicarios, cómo usted quiera llamarles.

Hace un par de días, para ser exactos el 10 de mayo en las redes sociales se vio un video, donde se ve a diversos sicarios corriendo a militares que se transportaban en tres unidades, una de ellas blindada en la comunidad de Nueva Italia, Michoacán.

Las imágenes son por demás penosas, penosas para los mexicanos que las observamos y más para el Ejército mexicano que tuvo que tragarse su ya de por su abollado orgullo, su gallardía pisoteada por los criminales.

Algo similar pasó en Marquelia, Guerrero el pasado 4 de mayo, cuando policías comunitarios de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, amenazaron a elementos de la Armada de México, a quienes amenazaron de ser maniatados y colgarlos en un puente.

Este hecho se derivó de la detención de uno de los integrantes de esta organización armada, que traía puesto un pantalón y botas similares a los que usan los elementos de la Armada de México.

Quizá estos estúpidos policías comunitarios, que ya se creen que son y están facultados para ejercer la ley, no consideran que utilizar un uniforme o parte del uniforme, no es un delito.

Lo que es cierto, que con este gobierno de cuarta, se ha perdido todo el respeto hacia los militares, no importando si son del Ejército, Armada de México o Guardia Nacional. Ya son sobajados, humillados por el mentado pueblo bueno que se engloba entre ciudadanos y sicarios de las organizaciones criminales.

Qué respeto pueden imponer aquellos militares que por largas décadas han construido un respeto con base en una educación rígida, cómo es la militar, respetó que se han ganado por una gran parte de la sociedad a la que apoyan en las crisis de fenómenos naturales.

Hoy los Guardias Nacionales, militares o marinos, están a expensas de ser escupidos, humillados, golpeados e incluso robados de sus armas de cargo, por la estúpida orden de no proceder contra el pueblo bueno, ese pueblo bueno que como un cáncer se expande para extorsionar, robar, secuestrar o traficar droga, ese pueblo bueno con el qué sueña el Presidente López Obrador.

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