Ruta Rulfiana en el sur jalisciense

Por. José C. Serrano

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno (Juan Rulfo), nació el 16 de mayo de 1917 en Apulco, Jalisco, y murió en la Ciudad de México, el 7 de enero de 1986. Escritor mexicano. Un solo libro de cuentos, El llano en llamas (1953), y una única novela, Pedro Páramo (1955), bastaron para que Juan Rulfo fuese reconocido como uno de los grandes maestros de la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Su obra aunque breve, pero intensa, se vuelve en los años 60 un fenómeno que dio a conocer al mundo la talla de los narradores del continente.

Nacido en Apulco, en el distrito jalisciense de Sayula, Juan Rulfo creció entre su localidad natal y el cercano pueblo de San Gabriel, villas rurales dominadas por la superstición y el culto a los muertos, y sufrió allí las duras consecuencias de las luchas cristeras en su familia más cercana (su padre fue asesinado). Esos primeros años de su vida habrían de conformar en parte el universo desolado que Juan Rulfo recreó en su breve, pero brillante obra.

En 1934 se trasladó a la Ciudad de México, donde trabajó como agente de inmigración en la Secretaría de Gobernación. A partir de 1938 empezó a viajar por algunas regiones del país en comisiones de servicio, y publicó sus cuentos más relevantes en revistas literarias.

En los quince cuentos que integran El llano en llamas, Rulfo ofreció una primera sublimación literaria, a través de una prosa sucinta y expresiva, de la realidad de los campesinos de su tierra, relatos que trascienden la pura anécdota social.

De su matrimonio con Clara Aparicio nacieron cuatro hijos: Juan Carlos, Claudia Berenice, Juan Francisco y Juan Pablo. Juan Carlos, el mayor de los hijos de la familia Rulfo Aparicio, se ha desenvuelto profesionalmente como cineasta. Cuenta que “la magia del Llano Grande, la región del sur de Jalisco, lo ha hechizado desde siempre”.

En el aniversario 105 del nacimiento de su padre, está por consolidar lo que llamará la Ruta Rulfiana, iniciativa nacida sobre todo de los habitantes de los pueblos de esta ardiente zona que recorrió Juan Preciado en busca de su padre, Pedro Páramo.

Desde años atrás existe el proyecto de establecer la ruta que abarcaría, de entrada, sólo los pueblos: Sayula, San Gabriel y Apulco, este último una pequeña localidad de apenas 300 habitantes en el municipio de Tuxcacuesco, donde está lo que fue la hacienda de Carlos Vizcaíno, bisabuelo materno de Juan Carlos.

“Por lo pronto, esos tres lugares, porque es un cordón umbilical que nos une. En los tres hay fincas que tienen que ver con lo que es la familia, y son un buen motivo para generar casas de cultura, la Casa Rulfo, que podría estar en San Gabriel”.

Pero también se trata de proteger a los pueblos, formular una ley que ordene que las casas no se tiren, que valgan las puertas, las paredes, que la gente se dé cuenta del valor del lugar en que viven, de que las raíces que todos tenemos sean reconocidas, que la gente no se vaya de sus espacios.

Sayula y San Gabriel, dos municipios del Llano Grande de Jalisco, en los que habitó Juan Rulfo, realizarán festivales culturales y serán sede de coloquios de escritores y periodistas como parte de los homenajes por el 105 aniversario del autor de El llano en llamas y Pedro Páramo. El calendario festivo abarca del viernes 27 al domingo 29 de mayo.

Juan Carlos Rulfo con su trabajo cinematográfico y sus reflexiones sobre el valor de los pueblos, pone el dedo en la llaga que significa en las grandes ciudades con intensidad demográfica, el derribamiento de casas antiguas, para en su lugar, construir condominios enormes que traen consigo el fenómeno de la gentrificación, el uso excesivo de agua y el tránsito incontenible de vehículos automotores; todo ello permitido y auspiciado por reglamentos hechos para conculcar el derecho de los andantes.

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