Chamaqueó a la oposición

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Se burló Lopez Obrador el lunes en la mañanera de los opositores, dijo que ya no les quiere aconsejar gratuitamente porque no entienden la política, los chamaqueó.

Dos de seis y un abstencionismo enorme de 56% no representan ninguna base medianamente firme para que la oposición logre triunfar en el 2024. El año que entra con los comicios de Edomex y Coahuila dificilmente pueden hacer algo diferente.

¿Porqué?

Porque el estado de Coahuila ha estado en manos del grupo de Rubén Moreira el jefe de los diputados priístas, y quien preside la Junta de Coordinación Política de la Cámara, el órgano donde se manejan los recursos y la agenda legislativa; hecho inusitado porque la posición le correspondería a Morena por ser mayoritaria, pero la cedió al PRI en el arranque.

Moreira antes era de los destacados promotores de votar la reforma eléctrica con Morena, lo suyo era canjear los votos necesarios a cambio de que la aplanadora morenista le aceptara caerse en Hidalgo y favorecer a su esposa la candidata que competía con la Alianza. Como se sabe, el PRI mediante su presidente Alejandro Moreno, cerró filas junto con Jesús Zambrano y con el PAN, así Morena mordió el piso con la reforma bartlista .

Obvio la patiza que Menchaca el candidato de Morena en Hidalgo le propinó a su contrincante Carolina Viggiano con diferencias notables demuestra que hubo consecuencias por haber tomado el camino de la racionalidad en materia energética. Para comenzar, Omar Fayad el gobernador en proceso de salida no la quería.

Con esos descalabros, Moreira debe estar en una encrucijada: retener Coahuila para su grupo y acceder con votos a otras negociaciones que le interesan al presidente mas adelante, como la reforma política o una nueva versión recargada de la reforma energética; o irse directo a medir fuerzas desiguales para todo lo que viene.

En el Estado de México, está cantada la retirada priísta. Alfredo del Mazo III tiene que devolver la copa que le brindó Morena en las elecciones anteriores, donde la versión generalizada es la que afirma que Delfina Gómez ganó con Morena pero se dejó caer, para que López Obrador cerrara negociaciones importantes con el antiguo grupo Atlacomulco hoy enquistado en Metepec. Hay que recordar que la profesora sorprendió cuando no protestó un triunfo que muchos veían le fue arrebatado.

Los Del Mazo, no van a fallar como se demostró con su apadrinado Quirino Ordaz el ex gobernador de Sinaloa, que siguió al pie de la letra los compromisos del grupo en todas sus consecuencias.

La disputa es interna porque a los tres texcocanos la maestra Gómez, Higínio Martínez y Horacio Duarte, se les sumó uno más Fernando Vilchis de Ecatepec, que tiene el papel de espontáneo, saltando a un ruedo donde no parecía estar invitado.

Aunque este análisis parecería prematuro, no lo es; porque el propio López Obrador adelantando todo el calendario electoral a sus estrategia, ya dió un primer banderazo para que se abra la disputa presidencial antes de terminar la quincena de junio, basado en la certeza de que las cosas transitarán en la lógica que previamente se tiene ya determinada y negociada. Me supongo.

Porque si analizamos los triunfos de la alianza con cuidado este domingo tenemos que destacar que siguen sin convencer al electorado los candidatos en general, menos de la mitad de los padrones están votando. No hay entusiasmo. Ni por la gente que juega ni por las siglas. Siguen los mismos de siempre votando de forma convencional, y ganado donde se les invierte en dádivas a los electores.

Los casos de excepción son Aguascalientes y Durango. El primero se explica por varios factores que se han estabilizado en ese estado, en primer lugar el electorado es homogéneo, familias integradas molecularmente, medianamente estables y el nivel de vida expresa una gestión continuada de servicios relativamente ordenados, que no se ha detenido por los vaivenes de los diversos intereses partidistas que en otras circunstancias tienden a romper las relaciones de las estructuras económicas.

En este caso la disputa de grupos locales el del gobernador Martín Orozco y el de la candidata Tere Jiménez, no trascendió en la afectación de los resultados. Hubo la prudencia que implica negociaciones aceptables. Orozco un tipo inclinado a la intolerancia se detuvo, contraviniendo sus imprudencias conocidas. El gobierno no hizo mal papel y la construcción de la imagen de la candidata pudo superar escollos que se le presentaron. La inseguridad no se acreditó y los resultados siguieron una ruta fuera de lo común.

En Durango el proceso de selección fue bien cuidado, fue excepcional el manejo generoso del gobernador Rosas con un candidato que en el pasado fue su contrincante. Una excepción.

El candidato Esteban Villegas creció y mostró aptitudes y cualidades que expresaron calidad humana, sensible y suficientemente humilde para aglutinar las corrientes que generalmnte en estas amalgamas se mantinen erizadas y poco participativas. El gobierno de Rosas no avergonzaba y todos esos elementos en conjunto resultaron una fórmula de iniciativas locales, que resultaron en un ventaja suficiente.

El negrito en el arroz fue la intervención del partido de Dante Delgado que insiste en labrarse una fama de esquirol que le pesa. Su candidata Patricia Flores una incondcional para maniobras poco trasparentes de Felipe Calderón, hizo el papel triste de jalar un pequeño porcentaje que hubiera podido acercarse a la suma del candidato ganador.

Como se ve, los dos casos no entran en la clasificación de lo que acontece normalmente en los estados que luchan electoralmente. Mas bien la regla se aplica en la entrega o traición a su partido, que hacen los gobernantes que antes de dejar el cargo buscan salvoconductos a sus obvios malos manejos que cínicamente quedan con esas actitudes evidenciados, se suma a ello selecciones caprichosas de políticos descalificados o investidos en la complicidad de perder antes de competir.

Incluso unan fragmentación de intereses que jalan cada uno para su molino es también la característica que se asocia a la coalición que sin discurso, intentando la misma narrativa que dibuja a los mexicanos como desamparados y al gobierno como el dispensador de todo bien, no aporta a la falta de proyecto nacional.

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