Por. José C. Serrano
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es el organismo de las Naciones Unidas especializado en salud, integrado por 194 Estados Miembros.
La misión de la OMS es promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables. El acceso a una atención de salud asequible y adecuada es un derecho humano, y la atención sanitaria universal es un principio fundamental que guía la labor de la OMS.
Este organismo internacional ha acuñado un término que ha causado polémica en diversos sectores sociales: edadismo, problema que conduce a una salud más pobre, al aislamiento social, a muertes tempranas y cuesta cada año miles de millones de dólares a la sociedad.
Según un nuevo informe de las Naciones Unidas sobre el edadismo, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida. Ante tal catástrofe, se pide a los Estados Miembros actuar con urgencia para luchar contra el edadismo y realizar evaluaciones e informes sobre este problema con miras a revelarlo como lo que es: una sigilosa pero devastadora desgracia para la sociedad.
El edadismo se filtra en muchas instituciones y sectores de la sociedad, incluidos los que brindan atención sanitaria y social, así como en el lugar de trabajo, los medios de comunicación y el ordenamiento jurídico. El planteamiento sobre cuestiones sanitarias basado únicamente en la edad está bastante extendido.
El edadismo tiene consecuencias graves y amplias para la salud y el bienestar de las personas. Entre las personas mayores, el edadismo se asocia con una peor salud física y mental, una mayor soledad, una mayor inseguridad financiera y unas mayores tasas de muertes prematuras. Se calcula que 6.3 millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo. El problema se entremezcla con otras formas de prejuicios y desventajas, como las relacionadas con el sexo, la raza y la discapacidad, lo que tiene un efecto negativo sobre la salud y bienestar de la población.
El pasado 16 de junio, algunos medios informativos dieron cuenta del foro organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyo tema central era, precisamente, el edadismo. El conversatorio -realizado con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez, que se conmemoró el 15 de junio-, Martha Peláez consultora internacional sobre temas de adultos mayores, expresó que “aunque vivir muchos años es uno de los factores que generan daños celulares y pérdida paulatina de facultades, hay muchos otros elementos que determinan la condiciones de un individuo a cierta edad”.
Según la experta la llamada “capacidad intrínseca” de una persona de mantenerse en buenas condiciones dependen de factores físicos, cognitivos, mentales y emocionales, pero hay pocos centros de salud que den seguimiento de forma integral a todos estos aspectos.
La experta Peláez alertó que “los prejuicios que conlleva el edadismo perjudican la salud y bienestar de las personas adultas mayores y son un obstáculo importante para la formulación de políticas eficaces hacia un envejecimiento sano”.
Verónica Montes de Oca, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM, enfatizó que la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la OMS, al catalogar como enfermedad dicha etapa de la vida, contribuye a la estigmatización de los adultos mayores y afecta el ejercicio pleno de sus derechos.
Dijo la experta: “Hay una tendencia que sobrenfatiza el aspecto biológico de la vejez, como si fuera algo ya programado o calculado, pero hay un proceso complejo que es más social. Considerarla enfermedad llevaría a asumir a todas las personas como enfermas, con consecuecias discriminatorias“.
Ejemplos sobre la discriminación a las personas mayores están a la vista en la vida cotidiana: en las tiendas departamentales y de autoservicio; en los bancos que niegan créditos por la edad de los solicitantes; en las vialidades públicas; en la merma del cambio cuando se hace una compra en efectivo; en la vida asamblearia de colonos y un largo etcétera.