Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

La incompetencia que hemos visto en el actual gobierno parece infinita. Han culpado de todo al expresidente que dejó el poder hace casi una década. Según esto, Felipe Calderón nos heredó todos los males que explican la tragedia nacional de los 121 mil asesinados y hasta del espasmo económico y la grave crisis de salud pública que agobia a millones.

El virus de Covid 19 complementa la transferencia de responsabilidades, como lo hacen a partir de ahora la guerra en Ucrania y la inflación provocada por el colapso en cadenas de suministro globales.

No importa haber descalificado a las calificadoras financieras internacionales cuando nos rebajaron la nota crediticia mexicana. Lo importante es celebrar que no nos la hayan bajado más en estos días aciagos. Celebremos sin empacho, aunque al día siguiente otra institución nos degrade al siguiente nivel, previo a perder el grado de inversión que tanto trabajo costó obtener.

¿Qué sigue ahora? Faltaba más: el gobierno mexicano reabre investigaciones en torno al asesinato de un candidato presidencial acontecido 28 años atrás. El pasado ignominioso puede justificar la indolencia presente, ¿o no?

Negar responsabilidades, tender distractoras cortinas de humo, repartir culpas y trastocar todo orden institucional que ponga en tela de juicio a la mal llamada Cuarta Transformación es el sello de Palacio Nacional, que más parece una casa de campaña política que el cuartel general gubernamental, desde donde debieran surgir políticas públicas y no propaganda para expiar culpas y buscar la preservación del movimiento, que no gobierno, como ellos mismos parecen reconocer.

Pero como ello ya no alcanza porque el agua de los problemas nacionales no resueltos llegó ya a los aparejos, Andrés Manuel López Obrador rompió la tregua con su antecesor, cuidadosamente exento del odio presidencial durante los 4 años que han pasado desde el inobjetable triunfo electoral de 2018.

¿Se rompió el obvio pacto de AMLO con Peña Nieto que le permitió al primero asumir poderes desde antes de tomar posesión y le dio al segundo un exilio dorado a cambio de no agredirse mutuamente? Pronto lo sabremos a plenitud, pero mientras tanto Pablo Gómez adelanta las indagatorias y los corifeos del régimen celebran tan histórica gesta de justicia.

López Obrador parece desesperado, y en su desesperación hace las cosas al revés: enfrenta a su principal socio comercial cuando salvar algo de nuestra economía pasa justamente por los Estados Unidos, cuyo mayor símbolo nacional -la estatua de la Libertad- es objeto de la locura obradorista ¡justo el día conmemorativo de la independencia norteamericana!

Vemos otro ejemplo cuando el presidente de la República manda a la jefa del SAT a mentir en la mañanera sobre un requisito fiscal para cuyo cumplimiento ya incluso se había otorgado una prórroga, y que ahora es negado descaradamente, debido a las molestias causadas por ello al pueblo bueno y sabio.

Pero el colmo del indebido proceso, aquí sí literal y justamente al revés de lo procedente, el gobierno de México utiliza su cuenta oficial de Twitter para anunciar -fíjense bien- lo que por ley corresponde a una Fiscalía General “autónoma”, que es ridiculizada por la descuidada prisa macuspana en su alocada carrera de acosar adversarios políticos para ganar elecciones.

El indefendible líder priísta Alejandro Moreno indiciado por el mismísimo poder ejecutivo y no por el ministerio público federal, hoy legalmente independiente. Vaya perla de desprecio por la ley y de abuso de atribuciones.

El dichoso tuit de la ilegal vinculación a proceso del tristemente célebre Alito fue borrado. Pero no la marca de la casa: ¡son malísimos!

Desgraciadamente, veremos episodios, pifias y más procedimientos al revés en los próximos dos años. Así son y así siguen: dando tumbos.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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