Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

Ahora está aún más claro que México va para atrás en materia educativa. Tiene ya tiempo: no sólo es responsabilidad de este gobierno, sino que viene de atrás como muchos otros problemas.

Miren, por décadas he comentado o participado en temas y áreas de Educación, tanto aquí en el periódico como en diversos ámbitos del sector público y social. Se trata de un sector desdeñado que vuelve a las noticias a partir del cambio de titular de la SEP.

El presidente definió que de nuevo iba a ser una mujer y la anunciaría en unos días. Era de esperarse una intensa especulación, que se enfocó a posibilidades cercanas pero muy cuestionables como las titulares de Conacyt (Álvarez-Buylla) y del proyecto de Universidades (Raquel Sosa), con descartes adelantados y forzados ante amplios rechazos, en medio de elogios presidenciales. Se habló entonces del riesgo de que fuera su esposa (Beatriz Gutiérrez, tan objetada), al igual que de las perspectivas lógicas de Rosaura Ruiz (UNAM) y Martha Hernández (subsecretaria en la SEP).

Finalmente, por distintas razones, ninguna de ellas fue… así, nos ofreció una sorpresa de su oficina: Lety Ramírez, muy cercana y consentida, con un viejo barniz educativo, eficaz en su papel de gestora de quejas o solicitudes, que garantiza sumisión y confianza para lo que requiera su jefe y amigo. Recibe instrucciones con énfasis en la atención sindical y en facetas político-electorales.

Aunque parezca clasismo, se dice que figuras como Vasconcelos, Torres Bodet, Agustín Yáñez y Reyes Heroles estarían azorados con este relevo en la silla que ocuparon. Sin embargo, al cambiar los tiempos la capacidad desluce ante la lealtad ciega, aunque se hayan conjurado otros peligros.

La Educación no es prioritaria para este gobierno. Lo pedagógico o curricular se le deja a un amigo y maestro de su esposa en un Plan de Estudios con elementos muy absurdos, ideologizados y fuera de época. Resulta tan atropellado y sesgado, que habrá que revisarlo en cuanto sea posible.

También se ha desechado la evaluación y se rebaja el nivel educativo hacia cierta igualdad en franjas inferiores, con menos exigencias y mayores calificaciones artificiosas. Pero nada se gana al culpar a la pandemia… y, ante autoengaños tan costosos, el esfuerzo deberá ser muy grande y atinado en los sexenios que vienen.

La mala educación, ojo, viene de “mero arriba” y afecta todo.

En su narrativa el presidente se defiende de una activa oposición ideológica, pero ese no es el problema. La ignorancia se da en la izquierda o la derecha, y de ninguna manera resulta progresista eso de no tomar en cuenta lo que requieren el mercado y la competitividad. Se cae en propaganda doctrinaria para perpetuarse en el poder, con “gente leal y de convicciones”.

Bueno, la Corrupción (entenderla y combatirla) es tal vez el segundo tema al que he dedicado más tiempo aquí y en otras tareas profesionales. Incluso en mayor medida que en el anterior, a la vez que viene de sexenios o siglos en nuestra historia, e igual se ha complicado aún más estos últimos años.

Con EPN, como reiteramos entonces, se desbordó la corrupción en forma alarmante. Pero, sin duda, se avanzó en sistemas anti-corrupción y de transparencia, todo lo cual se pierde ahora que, en su lugar, ¡los discursos triunfalistas y manipuladores festejan “la erradicación de la corrupción e impunidad”!

Esta lacra sigue siendo una asignatura pendiente, y va a requerir especial atención para disminuir bastante los niveles que la corrupción alcanzó con Peña o los que nos dejó con su confundido y taimado sucesor, sobre todo en el seno de su familia y del gobierno. Más que de ladrón, la mente presidencial está obsesionada con la corrupción aunque es ya un auténtico cómplice que da protección y garantiza impunidad.

Cualquiera se equivoca, pero eso se vuelve un fracaso hasta que culpa a otros (la pandemia, los neoliberales) de sus errores sin arreglarlos ni corregirlos. Me queda claro que en temas decisivos se sacrifica el futuro… y los pobres no dejan de ser pobres.

Muchos pensamos que en el 2024 los militares y el crimen organizado serán los pilares que impulsen el intento del régimen para triunfar a cualquier costo y continuar en el poder. Se podrán añadir maestros y jóvenes adoctrinados, así como beneficiarios de la renovada corrupción y del reparto de ayudas en efectivo, sin que acabe de entenderse la Economía ni haya avances importantes en la crucial generación de empleos productivos.

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