Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Era de esperarse, porque primero le exigen tolerancia a la sociedad “que los excluye” para, después, ejercer la peor de las intolerancias. En este caso nos referimos a los “diverso-sexuales” (LGBTIQ+) que, en boca de “la diputada federal morenista Salma Luévano”, prácticamente están proponiendo la existencia de una Gestapo Gay.

“Salma Luévano” es una entidad individual de la especie humana que nació varón y que, por subterfugios legaloides, ahora debe ser tratada como mujer. Respetamos el Derecho vigente, más no por ello aceptamos la aberración lógica, científica y legal que subyace al fenómeno social de “los trans”. Respetamos el Derecho sin dejar de criticar sus excesos y sus defectos.

Pues bien, el pasado miércoles 21 de septiembre, este personaje subió a la tribuna de la Cámara de Diputados a hacer uso de la palabra disfrazado de obispo, para exigir que las asociaciones religiosas, especialmente la Iglesia Católica, dejen de proferir “discursos de odio” en contra de las personas LGBTIQ+.

Luévano puede vestirse como quiera y hasta me da lo mismo si quiere vivir en desnudez. Causa extrañeza que se mofe del culto católico con su disfraz mamarracho de obispo, cuando “su comunidad” se da por ofendida hasta por los chistes de homosexuales, lesbianas, travestis, etc. ¡Ah, esa “nueva doble moral”!

Pero lo que más llama la atención de su rollo es su apelación a esa bagatela retórica que se ha puesto en boga dentro de nuestra sociedad victimista: “discurso de odio”.

En un artículo anterior (“Discurso de odio”, sucio invento fascista, del jueves 20 de enero del 2022), ya he demostrado que, detrás de ese invento, se halla un espíritu dogmático y totalitario. Cuando se apela al “discurso de odio” como recurso retórico y político, finalmente se está haciendo un llamado a que Estado ejerza acciones de censura y represión contra las personas que, en el ejercicio de su libertad de pensamiento y expresión, lancen al espacio público ideas incómodas para las mentes cerradas, dogmáticas e inquisitoriales.

No es la primera vez, en la historia de la humanidad, que se invoca a “los más altos valores e ideales” para ejercer censura y represión contra las posturas críticas y disidentes. Lo hizo la Iglesia Católica: por eso fundó la Santa Inquisición, para velar por la “pureza de la fe”. Lo hizo la Alemania de Hitler: por eso creó la Gestapo, para “perseguir y castigar todas las tendencias peligrosas para el Estado Nazi”. Lo hizo la China Comunista de Mao: por eso instituyó la Guardia Roja, para “identificar, humillar y destruir todo resquicio de cultura capitalista y burguesa”. ¡Y podría ponerles cientos de ejemplos más!

Ahora es el turno de los “diverso-sexuales”: ellos exigen su pedazo del pastel histórico del dogmatismo y del totalitarismo. Ahora quieren su Gestapo Gay (la GG), para censurar y reprimir “en nombre de los derechos humanos”.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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