Raúl Flores Martínez.
Una movilización policiaca se llevó a cabo en el municipio de Nezahualcóyotl, ante un supuesto secuestro de Santiago David, un menor de edad que fue arrancado de los brazos de su madre, cuando caminaban rumbo a la escuela con su madre.
La movilización se dio minutos después de que el video de una casa registrara, como dos hombres le arrebataron al menor de edad, la violencia con la que se dieron los hechos, hizo suponer que era un secuestro.
Conforme transcurrieron las horas, se logró recuperar al menor de edad que había sustraído a su propio hijo, una sustracción que no tendrá consecuencias legales, debido a que el ministerio público argumentó que es el padre del menor.
Ante este tipo de circunstancias, uno debe de preguntarse ¿Es necesario tanta violencia? Es necesaria este tipo de violencia para que un hombre pueda recuperar a su hijo, qué por algún motivo estuvo separado de él. Es necesaria tanta violencia para robarle el hijo a una madre.
Este tipo de eventos son muy cotidianos en el país, eventos que no se castigan por las leyes mexicanas qué hasta el momento, no castiga la sustracción, ni la violencia ejercida a las mujeres por sus ex o parejas actuales.
En la actualidad hay diferentes colectivos de madres de familia, qué buscan a toda costa que los legisladores tomen en cuenta sus peticiones para que se apruebe la Ley Vicaria que pueda proteger a los menores de edad y a las madres.
La “Ley Vicaria”, busca combatir la violencia ejercida a través de la sustracción de hijos menores de edad, busca castigar a hombres y mujeres por igual, una ley que alcanza a abogados, ministerios públicos y jueces que caigan en actos de corrupción para favorecer a uno de los padres.
Eso es lo que se busca castigar dicha ley, castigar la violencia, cómo la que ejerció el padre del pequeño Santiago David, una violencia contra el menor y contra la madre que fue tirada al iniciar la marcha el vehículo en el que se llevaron al menor.
Este tipo de sustracciones y otras dónde las propias autoridades son cómplices, se viven a diario en este país, un país donde lo único que habla es el dinero o el poder que se tenga, haciendo a un lado el amor que pueda tener una madre o un padre por su hijo.
Ayer fue el pequeño Santiago David, pero cuantos Santiagos o David , no han tenido la misma suerte y ahora viven separados de su madre o padre, viven a salto de mata huyendo con su sustractor, huyen sin tener una vida o con nombres falsos, todo por una venganza de la pareja que dejó de ser padre o madre para volverse un verdugo de sus propios hijos.
