Lo que AMLO quiere y no quiere

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

No me sorprende que aunque sabe que no tiene los votos suficientes para aprobar la reforma electoral que quiere, el presidente Andrés Manuel López Obrador se empeñe en impulsarla.

Viejo político mañoso, como es, seguramente ha hecho sus cálculos: mientras se desahoga el proceso legislativo, tiene largas horas mañaneras para seguir su añeja andanada contra el Instituto Nacional Electoral, que ya pasa de tres lustros desde que culpó al entonces IFE de su apretada derrota electoral en el 2006. Pero no solo dispone de tiempo y recursos públicos para arremeter contra el organismo autónomo y ciudadano que hizo posible su propia llegada a Palacio Nacional, sino para presionar o aun coaccionar a partidos políticos y legisladores que discutirán y votarán un proyecto que representa la más aviesa intención de dinamitar la democracia mexicana.

El creador del mito de la mal llamada Cuarta Transformación aprovecha lo que sea para tratar de engañarnos con el cuento de que en realidad no pretende desaparecer al INE. Tiene razón el mandatario: su objetivo es apoderarse de él y así asegurar el devenir de los comicios constitucionales de 2024.

La mentirosa vocera de los miércoles dice que no es cierto que López Obrador quiera robarse la elección federal. ¡Ni modo que dijera lo contrario! El problema es que simplemente, como siempre lo hace, desmiente sin aportar absolutamente nada; basta su palabra y la de su jefe.

El presidente de México no quiere, como asegura, reducir el costo económico de un entramado institucional electoral que él mismo demandó e impulsó como opositor. Le importa un pepino cuánto ganen los consejeros del INE o los funcionarios locales; o lo que cuestan las boletas electorales inviolables e infalsificables. No le interesa la inversión que representó armar un padrón electoral confiable y credencializar a la ciudadanía con un documento difícilmente manipulable; al contrario, si puede acceder y controlar esa base de datos, tendrá a su disposición una completa y actualizada lista de clientes políticos.

El “Rey del Cash” no quiere que haya menos legisladores, sino que éstos respondan absolutamente a los designios de un resurgido presidencialismo absolutista y vertical. Dice que no quiere diputados plurinominales, pero propone que el 100 por ciento de los ocupantes de la Cámara Baja lo sean.

Al Peje no le importa si los consejeros del INE son elegidos, encuestados o insaculados: quiere asegurarse de que los controle, como lo hace con los presidentes de las lamentables comisiones nacionales de Derechos Humanos, de Hidrocarburos y de Energía. Ya ha preferido dejar incompletos los plenos de algunos de esos organismos si no logra de ellos abyección absoluta.

El mandatario no quiere una autoridad electoral más delgada y eficiente. Dedica sus esfuerzos a liquidar deshonrosamente a Lorenzo Córdova y a Marco Baños y le vale madres si sustituye sus asientos, mientras el resto de consejeros le sea leal y obediente. Aunque es el mismo INE del triunfo en 2018 y de la victoria electoral morenista en dos docenas de gobiernos estatales, no tolera que también haya sido el mismo que contó los votos con que Morena perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la mitad de alcaldías en la ciudad de México en 2021.

Quiere asegurarse de que ganará en 2024. No quiere perder y entregar el poder, pero si fracasa, echarle la culpa al INE que no hubiera podido destruir.

Tenemos un jefe de Estado que lo que quiere es reinstalar el modelo de partido único, y si se puede de un Maximato, que gobierne México por un largo tiempo, aunque a él en lo personal parece que se le haya agotado.

Andrés Manuel López Obrador nos quiere engañar para derribar lo que se construyó para que tengamos un mejor futuro. No lo podemos permitir. En el INE nos jugamos nuestra suerte como país, que tiene en el voto una herramienta para decidir el destino común o corregirlo, como es el caso justo ahora, después de un desastroso gobierno que, aunque legítimo, resultó fallido.

El INE somos todos. El INE no se toca.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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