Por. Ah-Muán Iruegas
La multitudinaria marcha que el obradorismo protagonizo´, condujo e indujo el pasado domingo, es de una importancia incuestionable. El sólo número de asistentes nos habla de un aparato, oficial y “no oficial”, capaz de movilizar a sus huestes, sin falla.
Para hacer concentraciones, nadie como el obradorismo. Pero eso ayuda en muy poco al país. De hecho, si el dinero utilizado en transportar a “sus marchantes” y darles de comer se hubiese utilizado en ayudar a los pobres, creo que hubieran hecho mucho más por ellos que lo que logran con sus concentraciones inútiles…
A México no le ayuda nada que se haga o no una marcha. Desde luego ha habido marchas históricas, como la de Venezuela durante el liderazgo de Hugo Chávez, que algunos consideran el prolegómeno de un intento de golpe de Estado. O bien las marchas rusas del Día de la Mujer, que se considera el inicio o antecedente de la revolución rusa.
Pero esta marcha fue organizada desde el Estado mexicano, con recursos suyos y míos, estimado lector. Y desde luego, sin su autorización ni la mía.
El discurso presidencial, fue totalmente previsible. Acusaciones de hipocresía, frases de José Martí y un recuento de sus logros.
El acto mismo fue también totalmente previsible, si consideramos la cantidad de recursos, casi ilimitados, con los que se cuenta para organizar un acto de adoración del Señor Presidente. Como si fuese un Santo, las masas se revolvían a su alrededor para tocarlo, para mirarle.
Los inocentes fueron quienes pensaban que la marcha sería igual a las de la era del PRI. Son muy parecidas, pero son distintas. Se parecen en mucho a las marchas priistas, organizadas algunas desde la Secretaría de Gobernación. Se parecen en muchas cosas… Salvo la cuestión del carisma de López Obrador.
El carisma de obrador con sus bases, al parecer esta intacto. Pero no parece haberle heredado mucho de ese carisma a su principal acompañante en la marcha, Claudia Sheinbaum. Claudia fracasó en la CDMX después de que se le cayó el Metro Línea 12, y no creo que se haya recuperado, al menos no en la capital.
Adán Augusto también acudió, pero caminaba como un pajecillo detrás del rey y su “princesa consorte”, Claudia.
La marcha, celebratoria de los escasos logros del actual sexenio, fue enteramente organizada desde el poder. Fue una marcha oficial, organizada e inducida desde el Zócalo y sus conferencias mañaneras. En parte, para opacar a la marcha opositora, también exitosa, en favor del IFE.
El obradorismo conoce bien el terreno de la movilización de masas, por lo que era otra inocentada pensar que no iba a ser un éxito.
La lista de logros del discurso, fue enteramente (auto) laudatoria. De hecho, la llamada “contramarcha”, que fue provocada por la marcha en defensa del INE, fue enteramente dedicada a adorar al Santo Niño de Palacio Nacional.
Los actos de culto a la personalidad han sido la perdición de la izquierda lationoamericana y mundial. El culto a Stalin, a Mao Tse Tung, al propio Fidel Castro y a Hugo Chávez, han conducido al asesinato o al fracaso, como Venezuela o la URSS.
Pero el culto a la personalidad destruye la capacidad de autocrítica, que es uno de los principales elementos que puede esgrimir la izquierda cuando es opositora. Pero pasa de la oposición a la adoración, con una facilidad casi milagrosa…
Veo avances en la legislación laboral, como AMLO dijo en su discurso. Sin embargo, tales “avances” se han visto aderezados con el protagonismo del senador Napoleón, nuestro Napoelón, es decir “Napito”, a quien colocó su papá como líder sindical de los mineros.
Otros ogros, como la expropiación” del Litio, son cuestionados por la sola presencia en el sector energético del conocido maleante y presunto asesino, o encubiertos o copartícipe del asesinato de Enrique Camarena, el inolvidable Manuel Bartlett,
La propia marcha, que puede decirse que fue un éxito en cuanto a asistencia, se ve cuestionada en sus fundamentos, por el hecho de que, a pesar del entusiasmo y sinceridad de muchos de sus asistentes, fue organizada desde el gobierno.
