Carlos Arturo Baños Lemoine.
Bueno, pues ayer acabó un circo más de la ONU: sus “16 días de activismo contra la violencia de género”, período que se extiende del 25 de noviembre al 10 de diciembre.
Como siempre, el victimismo por delante; un victimismo que surge de una visión tuerta, dogmática y sumamente sesgada de la realidad: la mitología feminista. Y, como siempre, se soslaya la violencia que las mujeres ejercen contra otras mujeres, que es mucha y muy diversa. Y, cuando esta violencia se tiene que reconocer a regañadientes, las feministas siempre terminan apelando a la falacia del verdadero escocés a fin de rescatar de la incongruencia a la mitología feminista. La mediocridad mental y política del feminismo siempre ha sido evidente y contundente.
Pero, como siempre también, la cruda realidad se ensaña con las ficciones baratas y, a lo largo de esos 16 días, salieron a la luz muchos casos de violencia de mujeres hacia mujeres, algunos sumamente siniestros.
Lizbeth Victoria Huerta, ex Presidenta Municipal morenista de Asunción Nochixtlán, Oaxaca, México, y tres personas más (una mujer y dos varones) fueron declarados culpables por el delito de desaparición forzada de personas en perjuicio de la activista Claudia Uruchurtu Cruz, quien desapareció en marzo del 2021, después de participar en una protesta en contra de la entonces Alcaldesa. Una mujer, Claudia Uruchurtu Cruz, fue detenida ilegalmente y desaparecida por criticar la gestión de una alcaldesa de MORENA. La sentencia se dictó el 07 de diciembre y se sigue sin saber el paradero de Claudia.
Rosa Isela Castro Vázquez, una joven de apenas 20 años de edad con nueve meses de embarazo, fue raptada para después ser asesinada a objeto de extraerle a su bebé. Estos hechos, por demás macabros, ocurrieron en el puerto de Veracruz, México, el pasado 30 de noviembre. Quienes la privaron de la vida para extraerle al bebé fueron, presuntamente, una mujer y un varón. Por lo que se deduce de las investigaciones de la Fiscalía de Veracruz, la mujer detenida le ofreció a Rosa Isela ropita para su niña a punto de nacer, es decir, esa mujer “bondadosa” fue el gancho de la trampa que le costó la vida a Rosa Isela. Este hecho siniestro, por cierto, me recordó el acontecido en mayo de 2022, cuando en Sonora, México, tres mujeres mataron a Adriana, de 33 años, para quitarle a su bebé.
Vanesa Mansilla, de 27 años de edad, tenía a su hija de cinco años, ya muerta, dentro de un caja de madera rellenada con cemento que le servía de mesita de centro. Esto sucedió en Buenos Aires, Argentina. La propia madre confesó el hecho a la policía, arguyendo que su hija había muerto por brocoaspiración. Fue el padre de la menor, con su insistencia, quien forzó la confesión de su ex pareja y la acción de la policía.
Y como estos casos, mis amigos, hubo muchos otros, en muchas partes. Se trata de evidencia empírica que demuestra la violencia, incluso homicida, de mujeres hacia otras mujeres. Pero la culpa de todo esto, no lo olviden, la tiene “el demonio del patriarcado”.
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