Marissa Rivera

Marissa Rivera.La sonrisa se le desdibujó cuando en lugar de reconocer la trayectoria y los méritos, de la ministra Norma Lucía Piña Hernández para ser la presidenta de la Suprema Corte, el presidente “celebró” que sea una mujer la que encabece al máximo tribunal de la justicia en México.Nada más falso para alguien que se asume a favor de las mujeres, pero que les retira todos los apoyos que gobiernos pasados les otorgaban.Nada más falso para alguien que ignora la lucha de las mujeres. Que aborrece que marchen de manera pacífica para exigirle justicia, seguridad y detener la violencia contra ellas.La bienvenida presidencial a la ministra presidenta, una verdadera aliada de las mujeres, fue exhibirla en el púlpito mañanero porque “siempre ha votado en contra de las propuestas” de su gobierno.Lo que no entiende el presidente es que la ministra tiene una carrera judicial y para ella, “la ley es la ley” y nadie está por encima. No se trata de ser de derecha o de izquierda.En la tramposa e inconstitucional maniobra para dejar dos años más al frente de la Corte a su lacayo, la ministra Piña Hernández se manifestó en contra. Ese voto  entre otros, sigue doliendo.Incluso ya descartó una reforma judicial, según él, para terminar con la corrupción, mientras esté al frente la nueva ministra.Lo que le quedó muy claro al presidente y quizá por ello, la pesadumbre, es que no habrá ninguna reforma como las que a él le gustan “a modo”.La designación de la ministra es para muchos un respiro para el contrapeso que debe existir entre los poderes.Es oxígeno puro para la democracia.El presidente ha intentado de todas las maneras posibles cooptar a los otros poderes. Lo logró con el legislativo. Al que por fortuna y a pesar de tenerlo sometido y arrodillado, ya no cuenta con los votos para realizar cambios constitucionales, como lo hizo en la legislatura pasada.Si, habrá que celebrar que sea la primera  mujer presidenta de la SCJN, pero también que la ministra Norma Piña ha destacado por una carrera judicial honorable de más de tres décadas, pero sobre todo por ser ajena a la politiquería, esa que diario vemos en Palacio Nacional.Es evidente la frustración y enojo presidencial por no tener al frente de la Corte a los ministros Arturo Zaldívar o a Yasmín Esquivel.La presidenta de la Corte tendrá que esquivar con aplomo y sensatez los dardos que ya comenzaron a tirarle.Lo que es un misterio es qué pasará con la ministra Esquivel Mossa. ¿Renunciará? No lo creo, para eso se necesita honestidad y valor.Por cierto, si son verídicos los votos con los que fue elegida la presidenta de la Corte y que publicó el diario Reforma, estamos frente a un fuerte desencuentro entre el presidente y la esposa de su constructor favorito.¿Será que la ministra Esquivel votó a favor de la ministra Piña? Otro misterio más.Haya sido como haya sido felicidades ministra presidenta.

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