Raúl Flores Martínez.
La crítica contra el integrante del equipo de fútbol, Cata Domínguez por realizar una fiesta infantil con temática de narcotráfico, fue sin piedad; sobre todo sin tener una pausa para pensar que esto, es solo producto de algo llamado “narcocultura”.
Debemos recordar que la “narco cultura” es una expresión que, en las dos últimas décadas, se ha introducido en la sociedad mexicana a través de las famosas narco series de televisión abierta, cable y streaming, dónde los líderes de los cárteles de las drogas los hacen un héroe de la trama.
Por otra parte, están los narcocorridos en las estaciones de música popular que suele seducir a los jóvenes, y no tan jóvenes que se creen los narcos de la colonia, canciones, cómo el supuesto corrido bélico “JGL” que compuso Luis R. Conriquez, donde ensalza a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias el “Chapo”, ex líder del Cártel del Pacífico.
Muy pocos saben que este tipo de canciones, no son de gratis, que estos criminales, les pagan de dos a cinco millones de pesos, solo por componer la canción; además reciben otras dádivas de otros integrantes de esa organización criminal.
Esa es la narcocultura que han creado algunos medios de comunicación, esa es la cultura que muchos jovencitos han adsorbido ante la falta de una supervisión de sus padres o, mejor dicho, ante el abandono de sus padres que por trabajo o por otras circunstancias
De acuerdo con la organización Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, la narcocultura es transversal a distintos segmentos económicos; es decir, segmentos muy pobres, incluso en las comunidades donde viven controlados por grupos criminales, donde puede no haber más opciones, sino la de tomar las armas para sobrevivir en este entorno.
En otro extremo está el sector económico alto, como fue el caso del jugador profesional “Cata” Domínguez, que de manera estúpida e incluso, voy más a la ignorancia, hizo apología del delito sin querer, solo para complacer a su hijo.
La narcocultura se genera de diversos factores que van desde creer en “los antihéroes”, personas que hacen daño y termina oponiéndose al poder; madres y padres de familia que normalizan la cultura criminal, por el simple hecho de verlo en la televisión, algo que se les hace una costumbre.
Uno de los factores qué más se debe resaltar, es que la narcocultura que se vive en las grandes ciudades, como en la capital del país, no se vive, no se asemeja a las que se vive en las comunidades, dónde el crimen organizado asentó sus reales para cometer sus delitos ante la falta de poder.
Si usted tiene un menor de edad, evite que tenga cómo héroes a estos criminales que día con día cobran más vidas con la venta de los estupefacientes; abrace a su hijo para que evite tener una adicción.
En el caso de tener a un hijo ya con una adicción abrácelo, exprésele su amor, sobre todo dígale que puede tener el mundo a sus pies; para ellos tendrá que trabajar cinco veces más que los demás para estudiar o trabajar, sin un solo miligramo de droga.
