Raúl Flores Martínez.
A Chapulín, porqué la vida sin drogas se vive mejor, se vive a colores.
Hablar de la infancia en México, es hablar de uno de los eslabones más débiles de la sociedad en México, es hablar de niñas, niños y adolescentes que en muchos extractos sociales son abandonados por sus padres, instituciones públicas, privadas e incluso por el gobierno de Primero los Pobres.
Hablar de menores en situación de abandono, es hablar de un sector poco productivo, de poco interés para los gobiernos de los tres niveles en México, es hablar de un sector que, para el crimen organizado, es su principal mano de obra barata e incluso su carne de cañón.
Esto lo escribo porque en esta semana acudiré a dar una plática a estudiantes de secundaria en la colonia 4 árboles en la alcaldía Venustiano Carranza, una plática en una secundaria que tiene el sobrenombre “El Cereso”, debido a que en sus aulas han estudiado mejores de edad que han pisado el tutelar de menores o en su defecto son presa de las adicciones.
Esto es un gran mal que se tiene en el país, dónde no hay una estrategia de prevención de adicciones, mucho menos una estrategia para combatir el narcomenudeo; para encerrar a todos aquellos que vende los estupefacientes en las colonias o escuelas, drogas al alcance de la mano.
Cómo podemos pedirle a un gobierno que se jacta que su estrategia es de “Abrazos, No Balazos”, que se ponga a pegarle a las grandes organizaciones del crimen organizados desde sus distintos ángulos; es decir, tocar sus bases económicas, de producción y distribución, algo que no han tomado en cuenta las autoridades, solo se van por la base económica.
La base de la distribución no se menciona, a pesar de que es una de las más importantes en la cadena del crimen organizado, esto se debe a que a mayor consumo de estupefacientes en las calles, más mano de obra barata tendrán, los niños sicarios, la carne de cañón.
Hasta el día de hoy no hay cifras oficiales de cuántos menores hay dentro del crimen organizado, se habla de más de 30 mil, también se habla de que las organizaciones criminales, cómo el Cártel del Pacífico, Noreste, Zetas, Golfo, Familia Michoacana y Jalisco Nueva Generación, son las que tienen el mayor número de menores de edad reclutados.
Los factores que utilizan los delincuentes para atraer a menores de edad, son el familiar, psicológico, educativo, social y cultural; además de la llamada narcocultura, a esto se le agrega que las leyes mexicanas, no castigan con severidad a los menores de edad, a pesar de que estos cometan los más cruentos asesinatos.
Estar dentro de las filas del crimen organizado, se da por dos formas: La invitación de amigos e iniciativa propia para ingresar a la delincuencia organizada, esto significa que tanto niñas, niños y adolescentes fungen como reclutadores de nuevos menores; el reclutamiento forzado es la modalidad de menor frecuencia en las tres zonas.
Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas (zona norte); Estado de México y Guerrero (zona centro); Oaxaca y Quintana Roo (zona sur); sin embargo, los estados del norte del país, es la mejor pagada y la que concentra mayores niveles de violencia, así como altos estándares de adiestramiento por el Cártel del Noreste, Zetas y Golfo en Tamaulipas y Coahuila.
Los niños sicarios jamás alcanzarán una vida en plenitud, una vida en abundancia por un motivo tan simple, su vida no vale un peso para las organizaciones criminales, los menores son sustituidos, desechados, cambiados cuando ya no sirven, siempre terminaran muertos por una bala en la cabeza o una sobredosis, sin que el Gobierno de Primero los Pobres, le importen los menores de edad.
