Carlos Arturo Baños Lemoine.
“Fuera máscaras” ha dicho una y mil veces el Tirano de Macuspana al referirse a las posturas que toman y defienden sus opositores, ya que, según él, éstos se niegan a presentar su “verdadero rostro”: el rostro de la “corrupción”, del “neoliberalismo”, del “egoísmo”, de los “intereses creados”, del “individualismo”, de la “mafia del poder”, del “prianismo”, del “aspiracionismo burgués” y un largo etcétera de estupideces.
A Andrés Manuel López Obrador, por fortuna, no hay que pedirle que “se quite la máscara”, porque quienes lo conocemos desde su pasado priista sabemos muy bien que es un lacayo más del comunismo internacional. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Y así quedó demostrado el pasado fin de semana cuando se atrevió a condecorar al miserable Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
Que no nos quede la menor duda, mis amigos: la Cuba comunista es el más grande campo de concentración de América Latina. Se trata de un centro de confinamiento donde la gente común y corriente es explotada laboralmente por una élite de comunistas, para que esta élite viva a plena satisfacción. Se trata de una dictadura en donde se niegan las libertades más elementales. En Cuba hay una farsa democrática, ya que los ciudadanos sólo pueden votar por el Partido Comunista; la iniciativa privada es reprimida sistemáticamente; la libertad de pensamiento, opinión y manifestación puede llevar a cualquier cubano a la cárcel, al exilio o a la muerte disfrazada de accidente; la libertad de prensa se sostiene, hoy en día, gracias al progreso del Internet pero es hostigada continuamente por la polícia política del Estado; la educación no pasa de ser un siniestro proceso de adoctrinamiento y los servicios de salud son una porquería.
¡La Cuba comunista es, pues, una auténtica mierda! ¡Y esa mierda fue condecorada, el pasado fin de semana, por Andrés Manuel López Obrador!
Y ya todos sabemos, además, que el Dictador Populista de México ha financiado con recursos de todos los mexicanos a la dictadura comunista cubana: le ha contratado médicos, que son sometidos a trata de personas en su modalidad de explotación laboral; le ha comprado vacunas contra el COVID-19, que no cumplen con los estándares internacionales; y le ha comprado material para el Tren Maya.
Y López Obrador sigue insistiendo con el cuento ése del “bloqueo”, porque sigue sin entender la naturaleza el embargo impuesto por los Estados Unidos a la Cuba comunista, después de que ésta expropió propiedades gringas sin la correspondiente indemnización. Y López Obrador olvida con facilidad el papel de “jinetera” y de “satélite” que tuvo la Cuba comunista en función de los intereses imperialistas de la hoy extinta Unión Soviética.
En México, pues, tenemos como gobernante a un dictador que protege, defiende y financia a una de las más aberrantes dictaduras latinoamericanas: la dictadura comunista cubana.
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