Crítica en la web 2.0: de la opinión al análisis

Boris Berenzon Gorn

Boris Berenzon Gorn.

 “Las críticas son cartas al público que ningún autor tiene que abrir ni leer.”

Rainer Maria Rilke

Durante el siglo XX el papel del crítico gozaba de un indudable prestigio en el mundo hispanoamericano, los medios de comunicación lo incluían y lo fomentaban y era común esperar la opinión de los expertos para hablar o tomar decisiones con respecto a diversos temas. Con la llegada de la web, al tiempo que se abren otros nuevos que plantean igualmente interesantes oportunidades que los medios de comunicación de masas se han transformado y se han introducido nuevas variables para la crítica que plantean retos a superar.

Durante el siglo XX en México,  la vinculación de la crítica con las esferas políticas ya fuera oficiales o de oposición, era ampliamente reconocida; pero gracias  al boom de la web 2.0, la democratización de la opinión y la facilidad de transmitir información, la crítica se ha dividido en dos polos: por un lado, tenemos una crítica ampliamente comprometida con el grupo académico de pares, especializada e interesada por discusiones específicas aunque no siempre al alcance del público; y por el otro está la crítica de los medios—muchos de ellos digitales—donde lo que predomina no es la corrección, sino la amenidad y cercanía con los consumidores de contenido.

¿Cómo surgen los conflictos de interés en ese nuevo horizonte, donde la pluralidad de voces, actores y autores es inconmensurable? La crítica de los especialistas conoce suficientemente su objeto de estudio y su público, por lo que su lenguaje es complejo y no siempre estético, además de que parte del supuesto de que el pequeño grupo al que se dirige conoce sus puntos de referencia, los elementos teóricos, culturales e históricos de su producción discursiva. En estos casos puede ocurrir, que, con tal de llevar a cabo su trabajo de la manera más formal posible, el autor olvide por completo su labor social, mientras que con tal de sumar puntos para la investigación y consolidar su obra académica, elija solamente ciertas obras o autores canónicos sin dar suficiente espacio a propuestas alternativas.

En el otro extremo, los críticos que dependen de grandes plataformas o medios de comunicación, cuyas tendencias políticas y de mercado están de antemano determinadas, corren el riesgo de trabajar con arreglo a intereses ajenos al rigor de las disciplinas que representan, convirtiendo sus opiniones en instrumentos de marketing. Como ejemplo tenemos a ciertos críticos de películas y series de televisión que luego de ganar fama en redes sociales, han sido contratados por las plataformas de streaming, produciendo desconfianza entre sus espectadores. La cercanía con los productores de las obras es caldo de cultivo para la crítica sesgada y parcial.

En este panorama es preciso que el crítico establezca, el contexto y horizonte de su producción, así como que admita, abiertamente y sin miramientos, las condicionantes e intenciones desde donde ejerce su crítica. En nuestros días es común un problema que la web 2.0 favorece por su propia naturaleza: la crítica sensata y especializada a menudo carece de fama, porque la crítica famosa suele ser la que no tiene argumentos, la que obedece a intereses económicos y políticos, o peor aún, la que sólo pretende ser viral y se interesa poco por la veracidad, cuyo último objetivo es convertirse en un modelo de negocio. Es el caso de los llamados influenciadores, quienes a menudo no presentan más que percepciones personales sin argumentos o pruebas.

¿Por qué es tan popular esta clase de crítica? El tema no es nuevo, de hecho, fue altamente debatido en días del predominio de la comunicación de masas. Los íconos que son elegidos líderes de opinión construyen a menudo una imagen ideal, apelan al aspiracionismo y juegan con los arquetipos de belleza y de lo socialmente aceptado. En la web 2.0 el poder de la opinión se basa en el carisma, en el número de seguidores, en el consumo de ciertos tipos de contenido sobre otros. Es común que personas que ignoran completamente ciertos temas o que tienen apenas una comprensión parcial de ellos, emitan opiniones totalizantes y dogmáticas que son respaldadas por gran cantidad de seguidores.

Asimismo, cada vez es menos común saber qué o quién está realmente detrás de las opiniones de los influenciadores, pues no siempre es sencillo distinguir cuándo nos encontramos ante un comercial o una opinión incentivada por inversión económica. Los influenciadores son famosos por aceptar regalos o cupones para presentar su contenido y recomendar bienes y servicios. ¿Cómo pueden los consumidores estar seguros de la sinceridad de sus dictámenes? Algunos de ellos han ganado credibilidad presentando veredictos negativos y positivos con respecto a gran cantidad de productos y servicios y exponiendo sus ventajas y desventajas, pero lo cierto es que jamás estaremos del todo seguros de que lo que consumimos sea, cuando menos, honesto.

Afortunadamente, en numerosas plataformas el contenido creado por expertos es cada vez más frecuente. Se rompe con ello la vieja barrera impuesta por las instituciones del saber entre la academia y el espectador: en lugares como TikTok, Facebook o Twitter tenemos contenido sobre física, química, biología, lingüística, historia, literatura, geografía, medicina, finanzas, bienestar físico y sexual, arquitectura, filosofía, seguido de un largo etcétera, hecho de la mano de profesionales y expertos en las materias y que no sólo se dedican a la divulgación, sino que frecuentemente también se desempeñan en trabajos de investigación y docencia relacionados con sus áreas de conocimiento.

Esto es sencillo de lograr gracias a las características de la web 2.0. Si bien, podría decirse que no es responsabilidad del académico hacer más asequible su trabajo a los grandes públicos, democratizarlo es positivo para él y para los consumidores de contenido. Por su parte, el crítico de la web 2.0 ha hecho posible que la libertad de expresión no sea sólo un discurso: cualquier crítico debería tener derecho a exponer sus argumentos sin censura y empleando sus conocimientos como mejor le parezca. La labor del crítico-experto es imprescindible, pues actúa como un faro para las personas que carecen de ciertos conocimientos específicos y requieren criterios de selección dentro del mar de información que tenemos que navegar cotidianamente.

Esto no significa que personas que no poseen conocimientos especializados no pueden dar su opinión, de lo que se trata, por el contrario, es de que las emitan responsablemente, de que asuman antes de hacerlo la labor de investigación, cotejo, selección de información y que estén siempre abiertos a reconocer sus errores; es decir, que procedan con cautela y se preocupen por exponer ideas, no por repetir rumores. La libertad de expresión es universal, pero si queremos hacer un cambio frente a los dogmatismos, los discursos de discriminación y de odio, la propagación de noticias falsas y la desinformación, debemos ejercer el pensamiento crítico y pasar de la opinión al análisis.

Manchamanteles

¿Crear o ser crítico? Esa es la pregunta que divide a públicos y que mantiene a tantos en la expectativa. Neruda expone sus peligros en algunos fragmentos de “Oda a la crítica”:

 

[…]

Entonces

llegó un crítico mudo

y otro lleno de lenguas,

y otros, otros llegaron

ciegos o llenos de ojos,

elegantes algunos

como claveles con zapatos rojos,

otros estrictamente

vestidos de cadáveres,

algunos partidarios

del rey y su elevada monarquía,

otros se habían

enredado en la frente

de Marx y pataleaban en su barba,

otros eran ingleses,

y entre todos

se lanzaron

con dientes y cuchillos,

con diccionarios y otras armas negras,

con citas respetables,

se lanzaron

a disputar mi pobre poesía

a las sencillas gentes

que la amaban:

y la hicieron embudos,

la enrollaron,

la sujetaron con cien alfileres,

la cubrieron con polvo de esqueleto,

la llenaron de tinta,

la escupieron con suave

benignidad de gatos,

la destinaron a envolver relojes,

la protegieron y la condenaron,

le arrimaron petróleo,

le dedicaron húmedos tratados,

la cocieron con leche,

le agregaron pequeñas piedrecitas,

fueron borrándole vocales,

fueron matándole

sílabas y suspiros,

la arrugaron e hicieron

un pequeño paquete

que destinaron cuidadosamente

a sus desvanes, a sus cementerios,

luego

se retiraron uno a uno

enfurecidos hasta la locura

porque no fue bastante

popular para ellos

o impregnados de dulce menosprecio

por mi ordinaria falta de tinieblas

se retiraron

todos

[…]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Narciso el obsceno

 

 

Siempre tuvo una opinión para todo. Jamás tuvo tiempo de crear nada.

 

 

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