Marissa Rivera

Marissa Rivera.Previo a las elecciones de 2018, muchos anhelábamos un cambio.Pero jamás dimensionamos cómo sería ese cambio.Quizá, era inimaginable pensar que sería más de lo mismo, pero peor.Y de repente nos encontramos con un doloroso y perturbador cambio.Corrupción por todos lados, impunidad, espionaje, adjudicaciones directas, opacidad, fajos de dinero en efectivo, siembra de odio, ausencia de empatía con las mujeres y con los niños que padecen cáncer.Capricho y despilfarro de recursos en obras estructurales, obsesión por controlar todo, polarización de la sociedad, el poder centrado en el ejército, un circo mañanero y la crucifixión a los adversarios desde el micrófono del poder.Una narrativa desgastada contra el pasado para evadir el presente y el bochornoso intento de asfixiar a la democracia, son solo algunos ejemplos de los temas que permean en la sociedad.Poco a poco, las promesas, el arrojo y el poderoso discurso de aquel gran opositor se van desmoronando.De pronto se quitó la máscara y reconoció que las dádivas que entrega a diversos sectores de la sociedad, dinero público, por supuesto, es para comprar el apoyo electoral cuando él lo necesite.En lugar de regresar al ejército a los cuarteles, como lo prometió, les ha otorgado demasiado poder.La corrupción en la llamada 4T son aportaciones. El espionaje es seguridad. Y las mentiras son su pasión. Él siempre tiene otros datos.Hace tres meses, Luis Estrada, director de SPIN Taller de Comunicación Política, señaló que en lo que va de su administración el presidente ha hecho más de 94 mil declaraciones falsas, engañosas o que no se pueden comprobar.Material suficiente para que la socióloga, investigadora, profesora y escritora, Sara Sefchovich reedite y actualice su obra de 2008, “El país de las mentiras”.En aquel momento, aprovechó las columnas que durante 10 años publicó en el periódico el Universal, las reorganizó y les dio forma y cuerpo para iniciar un compendio de las mentiras nacionales.Quince años después, su obra se mantiene vigente y cuenta con bastante información fresca y hasta sorprendente para continuar con “las ficciones para exportación” y “los engaños para consumo interno”.Hace unos días, una mentira más, fue exhibida y confrontada desde su patíbulo mañanero.La reportera, Nayeli Roldán sacó de sus casillas al presidente con pruebas de una verdad sólida: el espionaje de la Secretaria de la Defensa Nacional a civiles durante su administración.Fiel a su narrativa, aseguró que no era espionaje, sino inteligencia y que el civil tenía señalamientos de estar vinculado a grupos criminales.La reportera preguntó cuál era el objetivo de ese espionaje y así se dio el siguiente diálogo:-No sé, no sé, no sé. Sí sé perfectamente que el objetivo de Animal Político y de Página 19…-Artículo 19.-Artículo 19, y de Carmen Aristegui, pues es estar constantemente atacándonos, desacreditándonos, de eso no tengo duda.-Mi pregunta es: ¿cuál es la base legal que le explicaron a usted por la cual hizo esto la Secretaría de la Defensa?-No me explicaron nada, eso seguramente tiene que ver con el trabajo de inteligencia que llevan a cabo los organismos encargados de hacer este trabajo.-¿Usted no supo de que este espionaje en específico?-No, no, no, y les tengo confianza a los mandos porque saben muy bien que está prohibido el espionaje. Es decir, no somos iguales, si por eso no han podido Animal Político y Reforma, que es lo mismo, y Carmen Aristegui, pues es alumna de Junco, del Reforma, no han podido, precisamente por eso.El intercambio fue largo, sin que la reportera perdiera el control a pesar de las presiones de la ayudantía de prensa y los señalamientos del presidente contra la prensa.Ese día hubo una gran lección.Hay temas que merecen la pena enfrentarlos y cuestionar a la autoridad con firmeza y respeto, para eso es el periodismo, no para aplaudir.Mi reconocimiento para Nayeli Roldán.

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