Alejandro Rodríguez Cortés*.
Todo comenzó con la fundación del partido que en su nombre lleva la farsa: la supuesta “regeneración nacional” más bien degenerativa, engañosa, cuyo acrónimo apela a la fe guadalupana del pueblo bueno y católico gobernado por un evangélico. El cuento que va desde una falsa transformación simuladora del autoritarismo agazapado tras falsas encuestas, hasta el ejercicio corruptor del poder y la popularidad presidencial basada en dádivas electoreras disfrazadas de política social.
Morena ni siquiera es un partido con estructura de militancia y organización electoral. Su crecimiento exponencial se explica por la figura de un líder mesiánico y populista, practicante de un pragmatismo político que lo mismo pacta con el gran capital económico -defenestrado en los discursos oficiales- que con el crimen organizado convertido en operador electoral de zonas bajo su dominio o incluso con partidos opositores y gobernadores traidores que luego son premiados con embajadas.
Es la farsa de quien exige lealtad absoluta y abyección máxima, que premia y reparte sin que importe su descarado embuste de “luchar por principios e ideales”, o castiga sin distinción y a su conveniencia aún al más lambiscón de sus seguidores.
Morena es el desastre que su fundador niega que exista en Acapulco. Es el caos de presentar encuestas y acomodar candidatos con el pretexto de la cuota de género. ¿Por qué sacrificaron a Sasil de León en Chiapas y no a Clara Brugada en CDMX cuando la primera perdió por un 1.5 puntos y la segunda por 15? ¿Por qué mantuvieron a Rocío Nahle en Veracruz si apenas ganó por un solo dígito? ¿Por qué Alejandro Armenta sí y García Harfuch no?
La respuesta a todas esas preguntas es una: porque así lo decidió Andrés Manuel López Obrador, el mismo que canceló un aeropuerto y una planta cervecera sin más propósito de hacer valer su voluntad. El mismo que dizque nacionalizó la electricidad y lo único que hizo fue comprar unas cuantas plantas de Iberdrola, la empresa española maldita. El mismo que habla de democracia pero quiere carro completo. El mismo que se imagina como prócer nacional pero quiere destruir a la Suprema Corte de Justicia y acabar así con la división de poderes.
No alcanza la mercería completa para todos los botones de muestra. Esa farsa también es representada por la pre-precandidatura del médico responsable de la muerte de 800 mil personas, que no ganará nada pero a quien quizá se le premie con fuero que posponga su inevitable tránsito a la cárcel. Incluye por supuesto un bastón de mando sin mando y un ejército de corifeos que bailan al son que les toque el vocero monsivaisiano.
Es la farsa que presagia un intento de maximato. Que alerta la posibilidad de que el centro del poder no sea pronto un palacio virreinal sino una quinta tropical donde el país que añoramos estaría remitido, literalmente, a la Chingada.
Engaño tras engaño. Embustes consecutivos como el de la flamante funcionaria encargada de coordinar los esfuerzos de seguridad pública, Clara Luz Flores, quien renuncia para buscar un escaño senatorial aunque deje tras de sí una cifra récord de muertes violentas en un sexenio. Sí, la farsa de la mujer solícita que vimos entregarse a los encantos del depredador sexual y de ahí se hincó frente a su jefe político.
La farsa de un ministro carnal que cumplió los designios del soberano aunque era presidente de un poder paralelo, y que ahora renuncia a su togado para sumarse a la campaña oficial del 2024. Sí, la farsa de rechazar “categóricamnte” que busque ser Fiscal o algún otro cargo, como Samuel García negó que dejaría Nuevo León y que ahora hace justamente eso para actuar de esquirol en beneficio de….adivinó usted, el mismo patrón.
En fin, la farsa del propio Andrés Manuel, que falsamente escandalizado critica que haya egresados de su odiado ITAM en los cuadros de mando de la Universidad Nacional, cuando el títere que preside el partido Morena es itamita y es el mismo articulador del desmadre del viernes pasado.
¿Cuántas farsas más permitiremos? Está en nuestras manos y lo sabremos ya pronto. Faltan unos cuantos meses.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista
@AlexRdgz
