Los malos gobernantes en un país pródigo. Éste, el peor de todos

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

El gran país que es México siempre ha marchado inexorablemente hacia el futuro a pesar de sus dirigentes.

La nota de ayer en la que Obrador dice que no tiene tiempo para el tema de la violencia lo demuestra.

Que yo tenga memoria, es el primer jefe de estado y de gobierno, incluso en el mundo entero; que abiertamente sale con la baba, y la traición de que él no se ocupa en combatir la violencia y el crimen, cuando es la más alta encomienda que puede y debe tener un verdadero gobernante. El de aquí se niega a cumplir con el juramente constitucional, y junto con él, la masa amorfa y el crimen, festinan, que en México se tenga el vacío de Estado. ¡Es inaudito, nunca le ha entendido a lo que es gobernar, así de sencillo!

Repasemos la historia de malos gobernantes con hechos reales y el lector sincero, podrá apreciar que éste es un sujeto reprobado más que todos.

Hemos tenido gobiernos malos, paradójicamente reputados de heróicos, protagonizando historias falseadas, novelescas, con enormes desaciertos que no pasan la mínima prueba objetiva de eficacia; pero idolatrados. El ejemplo que asoma en el siglo XIX, es el de Antonio López de Santa Anna líder natural de cambujos costeños, galleros y afectos a los humos de la yerba; en ese pedestal de nefastos está el propio Benito Juárez, su rival, un resentido social, entreguista , dictatorial, y débil con la cauda de aduladores; grupo causante de los principales daños a los campesinos, en su mayoría indígenas, que fueron despojaron de sus tierras, sumándolos a los clérigos, con el pretexto de poseer lo que fantaseaban como tierras ociosas. Tuvieron ambos el mérito de rechazar invasiones francesa y estadounidense, el primero; y el segundo, el desmembramiento del imperio de Maximiliano, auspiciado por los franceses.

La tergiversación de la historia oficial, ha justificado al oaxaqueño, que por sus amanuenses tiene una fama no solo exagerada, sino bucólicamente cursi, hasta como pastorcillo de ovejas y tañedor de flautas. Hizo la canallada de desaparecer a partir de 1857, la “República de Indios” el esquema de tenencia de la tierra, signado incluso por el emperador Carlos V, para reconocer las tierras comunales; que la corona hispana respetó, no solo porque los europeos eran un minoría ínfima, sino porque los indios, incluso hasta la fecha, se defienden contra lo que sea, con tal, de mantener su herencia.

De hecho, nada se dice en la historia formal que han modificado los burócratas, de ese sistema que dotaba de documentación la legitimidad de las tierras a los aborígenes. John Womack anota que Emiliano Zapata traía en su alforja los documentos con los sellos del emperador reconociendo desde el siglo XVI los derechos de Anenecuilco, y como Zapata, muchos originarios, como les dicen ahora los demagogos, tenían sus documentos desde el virreinato.

También hemos tenido innumerables gobiernos mediocres, por cierto muy abundantes. Se mejoró con Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos hasta Gustavo Díaz Ordaz; con un innegable crecimiento, más

que todo, en busca de una forzada congruencia sin despegarse del marco del autoritarismo, ratificado por escaladas represivas como respuesta tanto a demandas legítimas como a maquinarias de provocación. Golpes parejos.

Entre tantos mediocres, hay que reconocer que fue Porfirio Díaz el único que siguió la línea de los virreyes, de construir obras que todavía están en pié. Malamente acusado de ser dictador, cuando en su momento, había menos de cinco regímenes en el a los campesinos, creía igual que Juaritos, que vendrían de todo el mundo ávidos compradores trayendo dinero a nuestro país, que con el viejo, por lo menos, se hallaba por vez libre de bandas de gavilleros, azote del llamado México independiente. Hoy estamos igual, que los antecesores de Díaz, en la regrmundo que no fueran dictaduras o monarquías. Díaz le dio seriedad a México, pero no devolvió las tierras esión del dominio del bandidaje.

Habría que mencionar a Carlos Salinas entre los mejores, aunque hay que decirlo, por la firma del Tratado, que le trajo empleo a muchos mexicanos, él nunca lo propuso, simplemente lo adoptó y cuando quiso prolongar su mando metió al país en una crisis. De los peores, Luis Echeverría y Victoriano Huerta, pero nadie como el de hoy, con tantos contra atributos, que asombran sus burradas en todos los temas, sin dejar uno en particular. Diría don Hermengildo López Torres fundador del PUP, que Obrador es del tipo esférico, desde cualquier punto se le vea es bruto.

Se le ocurre salir en los libros del texto gratuito del mañana cree él, por cambiar la república hacia el fascismo; metiéndo todo México, en el baúl de los desaciertos.

Destructivo, Obrador ha fracasado como Erostrato que no pudo ser pintor, escultor, arquitecto y para lograr la fama anhelada, quemó el templo de Diana, una de los siete maravillas del mundo antiguo; porque después de fallar en todo, en su vida de resentido codicioso de poder, solo le quedó transitar por el camino de la aberración destructiva. Cuando los ancianos de Éfeso le interrogaron por su acción malévola, solo dijo que quería que su nombre pasara a la historia de Grecia. Ese es Amlo de pies a la cabeza vacía. Ni más ni menos, un Erostrato pero vulgar.

Nada le ha salido, ni el tren maya, tampoco la refinería, el aeropuerto caguengue, o la rifa del avión. nada le funciona, ni Mexicana, ni la mega farmacia, que no puede competir en surtido, ni con la más modesta del Dr. Simi; sus sueños de parecerse a Dinamarca; sus árboles que se han secado, su mala nueva escuela mexicana; la descentralización de las oficinas, porque todo está hecho sin planes, sin programas, sin presupuesto suficiente, por gente sin preparación, espontáneos recomendados por sus hijos, que como nunca han trabajado no saben siquiera a sostener una charla coherente.

Obrador es una zorra, recita los párrafos de los juaristas que le construyeron un cuento de mentiras a su ídolo, que el escritor de esa síntesis maravillosa: “México de carne y hueso”Armando Ayala Anguiano, denuncia como prolíficos de la fantasía política del siglo XIX.

Y como todo fachio, a patear a los poderes que se le opongan. A arrinconar a los ciudadanos en un proceso de terrorismo múltiple, fiscal, criminal, militar, y especializado en linchamientos a la libertad de expresión y a la capacidad ciudadana, que despliega con odio, cuando la gente aspira a ser competente. Ama la mediocridad forzada, porque si no, ¿cómo comparase mentalmente con nulas ventajas?

El tabasco, es agrio y se ha manchado la piel por pesistir en la mohina. Ama a los tiranos, se les quiere parecer y hace esfuerzos por rebasarlos en materia de insidia. Maquina el fraude electoral con un experto, Manuel Bartlet, lo tiene comprado, le da manga ancha para usar el dinero de la luz en contratos de asignación directa, como ha publicado un diario capitaliano

De todos modos se la rifan, les valen las leyes, porque según ellos van por todas las canicas. Pero traen todo, menos la voluntad de los mexicanos con dignidad, que como dijo hace dos días una Xóchitl encarrerada, la gente no quiere más atole con el dedo.

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