El desafío del crimen organizado

Francisco Garfias

Francisco Garfias.

José Pérez Guardado, director de Desarrollo  Social del ayuntamiento de Fresnillo, Zacatecas, realizaba trabajos de limpieza para un acto a favor de la paz, cuando lo asesinaron a tiros.

La víctima es cuñado del senador Ricardo Monreal, coordinador de la bancada del Morena en el Senado.  Su homicidio es un reto abierto al gobernador David Monreal; al alcalde de Fresnillo, Saul Monreal, al gobierno federal y al mismísimo Presidente de la República.

AMLO tiene más de 170 mil razones (homicidios dolosos en lo que va de su sexenio) para modificar su estrategia de seguridad, pero inexplicablemente se aferra a los “abrazos, no balazos”, que han convertido a esta administración en la más sangrienta de la historia contemporánea; y al país en rehén de los cárteles de la droga.

Los criminales no sólo matan, sino secuestran, extorsionan, desaparecen, reclutan jóvenes a la fuerza y desplazan poblaciones enteras. Son  dueños y señores en vastos territorios de la República.

La presencia del Ejército y la Marina en tareas de seguridad pública no los intimida. Se sienten protegidos –y lo están–, por los “abrazos” y la impunidad que de ello deriva. “También ellos tienen derechos humanos”, dijo, alguna vez, AMLO.

A cinco años, dos meses, ocho días, de haberse instalado en Palacio Nacional, el presidente sigue culpando al pasado de lo que hoy ocurre en México.

Él y su secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, viven en el autoengaño. Presumen como un triunfo que los homicidios diarios hayan bajado a 81 en 2023; de los 100 en 2018 y los 101 en 2019.  Bienvenida la reducción, sí, pero ese número de asesinatos cada 24 horas, aquí y en China, son un escándalo.

La cereza del pastel: el empresario, Chilo Murillo, ex candidato del PAN a la presidencia municipal de Sombrerete, Zacatecas, también fue asesinado ayer en Sombrete, Zacatecas, gobernado por su hermano Alán Murillo.

***

Los periodistas Tim Golden, Propublica; Anabel Hernández, Deutsche Welle; y de Steven Dudley, InSigh Crime, son responsables del mal humor que ha mostrado López Obrador en los últimos días.

Los tres publicaron, casi simultáneamente, investigaciones sobre el supuesto financiamiento del crimen organizado a la campaña presidencial del tabasqueño en 2006, basados en información de la DEA.

El presdiente amenazó, incluso, con no recibir a Elizabeth Sherwood-Randall, asesora en seguridad de la Casa Blanca. Afortunadamente fue sólo un desliz oral.

El incómodo tema mantiene los reflectores. En la sesión del Senado, legisladores del PAN presentaron un exhorto para que AMLO, presente una demanda por difamación en los tribunales de Estados Unidos, cosa de la que el presidente no quiere ni oír hablar.

Los senadores de Acción Nacional lo consideran necesario, porque esos señalamientos, dicen,  no sólo lastiman el nombre de Andrés Manuel López Obtrador, sino el de la presidencia de la República.

Julen Rementería, coordinador de la bancada del PAN en el Senado, subió a la más alta tribuna de la Nación para exigir: “Si el presidente no tiene nada que ver , como lo ha dicho, que presente la denuncia correspondiente…

“No debiéramos permitir, en esta cámara, que se mancille el nombre de nuestra nación, porque alguien que tiene el cargo político más importante en ese país, no responde, no  hace nada.”

La sugerencia quedó en eso, un exhorto. Los morenos y sus remoras, que son mayoría, la ignoraron.

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Dice el senador del Grupo Plural, Gustavo Madero, que el bastón de mando que AMLO le entregó a Claudia Sheinbaum, tenía control remoto. “Se trata de  un maximato disfrazado”, aseguró en tribuna.

Más en corto, su compañero de bancada, Germán Martínez, citó la frase que hace referencia a Plutarco Elías Calles en los tiempos del Maximato: “Aquí vive el presidente y el que manda vive enfrente, esa es la propuesta de la continuidad del segundo piso”.

AMLO, según Germán, va a vivir en el segundo piso, de ganar la continuidad. “Va a seguir gobernando con sus reformas y mientras no se deslinde la cientifica de ellas, esa presidenta, si llega, tendrá hilos.

“Yo sí veo un riesgo de Maximato, un continuismo cínico. Desde La Chingada  (el rancho donde AMLO se irá a vivir cuando concluya su período) el bastón será el control  de mando” , puntualizó.

Fin.   

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