Por fin… ¿se acabó?      

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Más allá del resultado electoral del dos de junio, esto es, aún cuando haya ganado Claudia Sheinbaum, debiéramos de estar celebrando el fin del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Medio México debería congratularse del último de los shows mañaneros cargados de mentiras, de pontificaciones y crucifixiones, de amor y desamor, de cursilerías y hasta canciones, de desmentir memes, de abyección y adoración al poderoso.

Mucho habría qué celebrar por el ocaso de una presidencia demagógica, autoritaria, despilfarradora, destructora de instituciones y compradora de voluntades políticas y populares.

El país podría celebrar una transición pacífica y civilizada en vez de padecer la incertidumbre prevaleciente. Incluso quienes no votamos por el oficialismo fincaríamos nuestra esperanza de corrección en la propia democracia que llevó al poder a quien se sirvió de él para imponer a su sucesora.

Los deudos de cientos de miles de muertos por enfermedad o por violencia rezarían en las tumbas de sus seres queridos por que la nueva mandataria comprara correctamente medicinas, dejara de abrazar a los asesinos e hiciera con ello que los fallecimientos no hubieran sido en vano.

La clase empresarial, tan excesivamente prudente ante el poder, podría encontrar en estos días los canales de comunicación para inyectar confianza e inversión a la alicaída economía mexicana.

Los maestros tal vez se pondrían a estudiar porque ahora sí llega a Palacio Nacional una académica, a quien supongo que no le regalaron ni calificaciones ni ascensos universitarios.

Vaya, hasta los jóvenes ninis pondrían sus barbas a remojar ante la posibilidad de que -en aras de su propio bien futuro y de la salud de las finanzas públicas nacionales- les dieran trabajo en vez de dinero regalado.

Pero no.

Nada hace pensar que Claudia Sheinbaum sea distinta a quien inició la destrucción de nuestro querido país. Carajo: incluso no hay señales de que siquiera tomará por completo el mando y las decisiones de política pública.

La primera imagen del video con que la primera mujer en ocupar la presidencia de la República se presenta a los mexicanos a unas horas de ceñirse la banda tricolor es de, adivinó usted, Andrés Manuel López Obrador.

Sí, el que despreció la lucha feminista y se mostró machista y hasta misógino sin pudor. El que no quiere irse a la Chingada. El que pidió que lo dieran por muerto y juró retirarse si perdía su segunda elección.

El que seguirá mandando.

No hay, pues, nada qué celebrar. Ni siquiera el fin, que no será.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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