Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Sí, hace dos días la hoy presidenta de México Claudia Sheinbaum declaró en una entrevista en La Jornada, -el órgano del régimen- que en enero habrá cambios en el gabinete, y que se busca una adecuación con referencia a la austeridad del gasto público, se piensa que probablemente se cocina una reforma a la administración pública federal.

Si a ese propósito se suman dos declaraciones previas: una, acerca de gobernar para todos y otra, la de poner distancia con Morena, se entenderá que hay discrepancias sustanciales de fondo con el desorden administrativo del gobierno que ayer terminó, y con el descontrol presupuestario que se ha comido los ingresos destinados a los servicios públicos; incluyendo fondos de ahorro, de reservas para contingencias y lo más delicado de las Afores; y se  destaca, que la presidenta comprende que no puede surcar las dificultades sin incluir un gobierno para todos, y tampoco, si no resuelve la falta de diferenciación estructural entre el gobierno y el partido

En principio Sheibaum podría no esperar el inicio del 2025, si como se hace notar, no le cuadran los perfiles para los puestos del gabinete. Desde hoy la presidenta si quiere, puede ser libre de compromisos forzados y liberar a México de tener que cargar con personas que han demostrado su ineficiencia y su improvisación. Así de escueta y realista puede ser esa decisión que le ahorrará experimentar los sinsabores de las deslealtades para todos evidentes.

Si entendemos que en el pasado la selección para el reclutamiento de servidores públicos fue la “lealtá” y jamás la capacidad, se comprende que nada tienen que hacer los que no pueden ofrecer lealtad, porque ya no la tienen, ya la dieron antes, fue otorgada al que se les exigió. Sencillamente no les quedó un ápice de esa virtud que han convertido en mercenaria; y si no ofertaban habilidades y conocimiento a fondo en el dominio de la cosa pública, da lo mismo que estén o que se vayan a donde puedan desempeñarse en sus auténticas aptitudes productivas reales, si es que las tienen, porque en la de echar porras y cobrar; no son formas de profesión útiles para la patria, sino muestras de parasitismo social que resultan muy onerosas.

Por la tarde de hoy mismo, si quiere, puede hacer renunciar a los que son desleales a México. A todos de un plumazo, puede echarlos, sin aburrirse por escuchar a quienes sabe, son eminentemente desleales a su persona, que lo único que traen en la lengua es una letanía del cuento de “seguir transformando” a México. No representan nada ni siquiera algún remoto interés seudo ideológico.

Claudia tendría de inmediato el aplauso auténtico de los mexicanos, de todos, los que votaron por ella y los que no, porque todos, saben que esos testaferros de la demolición del respeto por el poder público de gobernar con integridad son los que, sin dudarlo, prefieren clavarle por la espalda un puñal a México, y por supuesto a quien ahora lo representa, -a ella- si desde el cacicazgo que los respalda se los exige.

Veríamos a muchos títeres sin cabeza, cabezas de gabinete o en las penumbras del Palacio nacional. El que los recomendó ya no está a cargo. A mí me parece que ya no regresa al poder real, aunque ayer se quedaron afónicos los corifeos del legislativo.

Por supuesto que todos los poderes reales locales y foráneos quieren una sola interlocutora, no un estorbo en las negociaciones con el poder público.

Sheibaum desde el principio debe valorar con precisión a los recomendados, ya los conoce muy bien, y no tiene por qué pagar a los mareados nostálgicos del poder, emisarios del pasado que no tienen futuro, cuya especialidad es la de profesar su vocación como conspiradores de tiempo completo contra México. Menos soltar el control de la propuesta presupuestaria que es la expresión evidente de decisiones ocurrenciales excesivamente costosas.

Eso de gobernar para todos es la base de lo que se espera. Ella se postuló para gobernar a los mexicanos no a un grupo de ellos, y menos contra un conglomerado de mexicanos usando la estratagema de la división. Se votó, y su compromiso no es con una facción, ni con un partido, tampoco con un caudillo, es con México. La presidenta debe estar muy agradecida con los mexicanos, con nadie más… ¿hay alguien más al que deba agradecerle lo que se le viene?

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