Por. Raúl Flores Martínez
En este año que está por concluir, el consumo de drogas en México sigue siendo una problemática compleja con un incremento significativo en los últimos años, especialmente entre adolescentes y jóvenes.
De acuerdo con la Información Filtrada, el consumo de sustancias ilegales entre menores de edad creció un 15 por ciento desde la pandemia, impulsado en parte por el uso de tecnologías para la compra y venta de estupefacientes a través de aplicaciones móviles, lo que dificulta la labor de las autoridades. para combatir el narcotráfico y la microdistribución.
Entre las drogas más consumidas se encuentran los estimulantes anfetamínicos, la marihuana y los opioides sintéticos como el fentanilo, cuya prevalencia ha aumentado significativamente. El fentanilo, por ejemplo, se ha convertido en un desafío emergente, ya que representa un riesgo elevado por su alto potencial adictivo y mortalidad asociada. El uso de esta sustancia comenzó a documentarse en México en 2017 y desde entonces ha crecido, especialmente en zonas urbanas.
El consumo de drogas no solo afecta la salud física y mental de los individuos, sino que también incrementa la violencia y la criminalidad. En 2024 más de 90 mil personas solicitaron ayuda por adicciones, siendo los hombres el grupo mayoritario de consumidores atendidos.
En respuesta, el gobierno mexicano ha lanzado iniciativas como la Red Nacional de Atención a las Adicciones y campañas educativas enfocadas en la prevención y la relación entre el consumo de drogas y la salud mental, algo que hasta el momento no ha dado resultado.
La precariedad económica, el desempleo y la inseguridad social son factores que han facilitado el acceso y la demanda de drogas en el país. Además, la falta de recursos suficientes para atender a los consumidores y combatir eficazmente el narcotráfico complican la situación.
El gobierno mexicano trabaja en fortalecer las políticas públicas de prevención y en ampliar los servicios de tratamiento, pero la magnitud del problema exige un enfoque multidimensional que integre la educación, el acceso a la salud y el desarrollo económico.
La cooperación internacional también es clave, dado que muchas de las sustancias provienen de redes de tráfico global, este panorama refleja la urgencia de implementar medidas integrales para enfrentar una crisis que impacta no solo a quienes consumen, sino también al tejido social del país.