Rubén Cortés.

 Para Joaquín López-Dóriga, en su cumpleaños

Dos gardenias está cumpliendo ocho décadas. Es el mejor bolero cubano y trae, este viernes, unas briznas de ternura de mi infancia, cuando mi madre lo cantaba para alegrar nuestras tardes, mientras lavaba la ropa bajo el sol de Vueltabajo.

 También lo cantaba en las noches, para espantar al soldado español sin cabeza que, mis hermanas y yo, creíamos ver en la oscuridad: un jinete que erraba por la llanura hacía un siglo, buscando el sitio donde un mambí lo había decapitado en la guerra.

 Dos gardenias, instalaba amor en mi casa en aquellos años duros: acababa la década de los sesentas y Fidel Castro emprendía la confiscación masiva de los últimos pequeños negocios privados que quedaban en el país, y se convirtió él en el único propietario.

 Este bolero cumple 80 años de registrado en el libro VII, folio 124, de la Asociación Cubana del Derecho de Autor en Cuba. Lo escribió Isolina Carrillo, una habanera fallecida en 1996, autora también de Miedo de tiIncreíble y Canción sin amor.

 Pero la joya de Isolina Carrillo fue Dos gardenias y se inspiró en la desilusión de un joven negro colombiano, a quien daba clases de música y tuvo un romance con una chica blanca, que lo abandonó por el color de su piel.

 La han interpretado Daniel Santos, Antonio Machín, Avelina Landín, Omara Portuondo, Victoria Sur, Pedro Vargas, Barbarito Diez, Rosa Carmina, María Rita, Dyango, Lucrecia, Ibrahim Ferrer, El Cigala

 El salsero Ángel Canales tiene una versión insólita, que se escucha en la serie de Netflix, Narcos: su tono nasal y entrecortado, jadeante, aporta en Dos Gardenias un toque desgarrador al ataque de angustia y celos que inspiró a Isolina Carrillo.

 Aunquerpefiero la versión de Daniel Santos con la Sonora Matancera, y arreglo de Dámaso Pérez Prado. Una preciosura que tiene una novedad especial: el bandoneón de Joaquín Mora, un músico negro argentino.

 La de El Cigala es exquisita, porque el piano que suena lo toca Guillermo, el patriarca de los Rubalcaba, una gran familia de músicos pinareños, cuyo hijo Gonzalito es considerado por “Piano & Keyboard” el pianista vivo más importante del jazz. 

Lo que es inigualable en la versión de El Cigala es la sonoridad porque, además del piano del viejo Rubalbaca, tiene el ritmo de los percusionistas Changuito y Tata Güines, el trompetista Manuel Machado y del contrabajista Yelsy Heredia, todos cubanos. 

A veces, Dos gardenias me recuerda más a la poesía que a la música. En especial a Poema con muchacha, de Raúl Rivero: 

Cuando tú llegues a mi edad

yo me habré ido

cuando pasé por la tuya

tú no estabas.

 Las dos, bolero y poesía, son la entrega ardorosa de alguien que está abriendo su corazón.

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