Corregir fortalece

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Si algo ha caracterizado al actual gobierno mexicano es su voraz intención por eliminar cualquier asomo de contrapeso institucional que le reste poder al presidente de la República.

Las andanadas mañaneras en contra de organismos autónomos del Estado mexicano, el nombramiento de personajes leales hasta la ignominia pero claramente incapaces de asumir funciones regulatorias o de diseño de políticas públicas, el desmantelamiento de fideicomisos u otras figuras legales de acompañamiento al quehacer gubernamental, han sido sello emblemático de Palacio Nacional.

Se quiere proyectar un presidente que no se equivoca y por ello no corrige ni enmienda la plana. Colocarse un cubrebocas en tiempos de pandemia lo mostraría vulnerable y aceptar un error debilitaría una investidura que es constitucional pero que él quiere hacerla mesiánica.

Esa supuesta infalibilidad presidencial cobra factura frente a la amarga realidad y propicia el descenso en la imagen pública de Andrés Manuel López Obrador que, aún en niveles aceptables, no tiene nada qué ver con el aplastante porcentaje de aprobación del que gozaba hace 18 meses.

No hay resultados, y se acaba el plazo de gracia social que le permitió al mandatario culpar a todo y a todos de su incompetencia para manejar la economía, para combatir la violencia y la corrupción, o para administrar la crisis sanitaria.

Por ello cobra relevancia un hecho aparentemente menor o hasta inocuo.

Hace unos días, el senador Ricardo Monreal, líder de Morena en la Cámara Alta, aliado presidencial pero hábil en deslindarse de ciertos despropósitos obradoristas, presentó una iniciativa para desaparecer al Instituto Federal de Telecomunicaciones, a la Comisión Federal de Competencia Económica y a la Comisión Reguladora de Energía.

Todo parecía normal: el líder de la mayoría del partido oficial haciendo el trabajo sucio de quitarle obstáculos al Presidente, cuya visión de país no acepta autonomías institucionales ni latosos revisores de sus decisiones.

Hábil y astuto político, Monreal seguramente calculó las reacciones a su idea de crear un nuevo instituto que concentrara las funciones de regulador del

prioritario y poderoso sector de las telecomunicaciones, del contrapeso natural a los delirios setenteros del monopolio energético y -ya encarrerados- del procurador de la competencia económica.

Por eso, más tardaron en hacerse escuchar las opiniones en contra de destruir instituciones que, por ejemplo, abarataron la telefonía y dieron más y mejores opciones a usuarios de internet, que el senador Monreal en enmendar la plana.

Con su decisión de posponer su iniciativa, anunciada este mismo domingo, el legislador zacatecano manda un duro mensaje a López Obrador: corrige cuando debas hacerlo, si no quieres que la realidad te pase por encima.

A esta interpretación la refuerza el hecho de que en su última arenga de “están conmigo o contra mí” y en la presentación del supuesto documento conspirativo -el ya célebre “BOA”-, el presidente de la República colocó al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación del lado de los malos que lo quieren despojar de la banda presidencial.

La opinión pública elevó la voz para defender al IFT, a la COFECE y a la CRE, y lo harán más si se muestra el riesgo de que la independencia de las autoridades electorales esté en riesgo frente al histórico proceso de renovación de la Cámara de Diputados y de 15 gobiernos estatales en junio de 2021.

Si el presidente tiene la intención de debilitar a los órganos electorales para ponerlos a su servicio y organizar comicios a modo de la mal llamada Cuarta Transformación, deberá pensarlo dos veces. Como opositor nunca les concedió el valor que tienen, y no lo hizo ni siquiera porque validaron su triunfo democrático que lo convirtió en presidente de la República.

Si es el caso ahora, debe corregir. Como no lo hizo cuando destruyó el camino del crecimiento económico antes, mucho antes de la pandemia -a quien hoy culpa de la crisis- o como no ha querido hacer para cortar la imparable línea ascendente de la violencia y la delincuencia generalizada.

A un año de cumplir siquiera la primera mitad de su mandato, Andrés Manuel López Obrador todavía tiene la oportunidad de corregir y enmendar. Él cree que ello lo debilita. Yo pienso exactamente al revés.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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