Y, sí: Donald Trump arrastró a México

Rubén Cortés.

La “nueva normalidad” en México se produce en el pico más alto de la pandemia y por la presión de Trump, porque va abajo en las encuestas para la elección de noviembre, y le urge reactivar su economía, que ya tiene a 28 millones de votantes en el desempleo. 

El anuncio del regreso a las actividades comienza el 18 de mayo, al igual que en Estados Unidos, pero se trata del peor entorno para México: ayer, el vocero del gobierno para la pandemia informó que se vive el momento más crítico. 

Además, la apertura en México se hace al más puro estilo de la casa, que es la improvisación para aplicar las decisiones de Estado según sople el viento. “Si se presentan problemas damos marcha atrás, rectificamos”, anunció el jefe del Ejecutivo. 

Muy parecido al tianguis de la rifa del avión. Lotería Nacional estaba impedida por ley para realizar la rifa, y el presidente dijo: “Es un procedimiento legal que se tiene que resolver”. Pues, ipso facto se cambió la ley. Sólo que en este caso de trata de vida humanas. 

Por ejemplo, antier y ayer se registró el mayor numero de muertes en México (353 el martes y 294 el miércoles) y ya van en total cuatro mil 220, con un ritmo de contagio diario cercano a los dos mil casos. O sea, la “nueva normalidad” llega en plena tragedia. 

Pero la economía mexicana quebró, y el gobierno anunció la salida del Ejército a las calles, justo en el arranque de la “nueva normalidad”, en una medida que busca evidentemente tratar de atajar la galopante ola que viene de asaltos y robos a vivienda y de coches. 

Y tiene que engancharse a la economía estadounidense, de la cual depende en exclusiva tras reventar a la IP (“si tienen que quebrar las empresas que quiebren”, sentenció el presidente”) y reservar su ahorro para repartir en los programas de cooptación electoral. 

Esa dependencia en exclusiva de la economía estadounidense provoca hoy esta concesión a efectos de la salud de los mexicanos y, antes, una concesión humanitaria, al aceptar México convertirse en la migra de Trump en la frontera con Centroamérica. 

Como sea, no es buen momento para la “nueva normalidad”, pues la 4T insiste en no realizar pruebas masivas de detección de Covid-19 (para no provocar alarma), lo cual no toma en cuenta que los enfermos asintomáticos son la mayor fuente de transmisión. 

Porque hay sí hay algo absolutamente claro, después de medio año de Covid-19, es que cualquier plan para levantar restricciones tiene que incluir la realización de pruebas. De lo contrario, la tasa de infección repunta rápidamente. 

Eso, que nadie lo dude, es lo que sucederá aquí.

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