El encierro y la salud mental

Marissa Rivera.

“Si usted cree que habla con las cortinas, con las paredes o con las plantas, no se preocupe, es normal. Pero si las cortinas, paredes o plantas le contestan, entonces si llámenos”.

Esta frase que circuló en las redes sociales y que toma con humor el encierro, tiene mucho trasfondo.

Nuestros hábitos y formas de convivencia cambiaron de la noche a la mañana. El aislamiento social en el que vivimos millones de personas en el mundo, ha detonado nuevos retos y con ello nuevos riesgos.

Nuestras rutinas y nuestra agenda social fueron alteradas por la emergencia sanitaria que atravesamos.

La salud mental es una de las primeras afectadas como consecuencia del encierro. El obligado recogimiento dispara estados de ansiedad y afecta nuestro estado emocional por muy saludables que seamos.

Investigadores, doctores y estudiosos del tema, en diversas universidades del mundo, nos han advertido, sobre los escenarios que podemos experimentar en estos momentos: estrés, angustia, miedo, tristeza, depresión, enojo, incertidumbre o frustración, entre otros.

Es el miedo a contagiarnos y contagiar a familiares, a que falten los insumos o a que la situación económica se complique.

Hay frustración ante la pérdida de la libertad, no poder realizar proyectos y actividades personales.

Enojo frente a las decisiones del gobierno que nos afectan o quienes piensan que las autoridades han actuado de manera errónea, incluso, frente a los que no respetan la cuarentena y solo se arriesgan y nos arriesgan.

Es la incertidumbre de no saber cuánto tiempo durará la pandemia ni como enfrentaremos la siguiente etapa.

Los especialistas recomiendan asimilar el encierro como un periodo diferente en nuestra vida, no necesariamente algo negativo, sino como una oportunidad de estar en contacto con los demás de maneras diferentes a las habituales y disfrutar de la compañía de las personas con las que se comparte el aislamiento.  

A quienes enfrentan solos la cuarentena, les sugieren buscar la manera de hacer contacto online no solo con amigos y familiares, sino con otras personas para crear una rutina diaria diferente.

Es importante mantenerse informados. Sin embargo, monitorear constantemente el número de infectados y fallecidos tendrá un impacto negativo que incrementará el malestar y provocará intranquilidad.  

En México, solo en las últimas semanas la Línea de la Vida de la Secretaría de Salud (800 911 2000) ha incrementado su apoyo telefónico por depresión, ansiedad y crisis emocional. Al día, recibe hasta 87 llamadas, cuando antes de la crisis atendía únicamente 8.

En los primeros días de marzo recibieron 84 llamadas; mientras que la semana pasada atendieron 524.

Frente al desafío del encierro y para mantener la sensación de normalidad, los psicólogos recomiendan además: no poner fechas y pensar que vas a volver a la normalidad en más tiempo de lo previsto; establecer horarios de sueño, comidas y trabajo; leer; hacer ejercicio; comer bien y no excederse en el consumo de alcohol; evitar usar la pijama todo el día y tener buena higiene personal; organizar actividades en las que todos participen; repartir las tareas domésticas; abrir las cortinas y las ventanas para tener contacto con la naturaleza; limitar los grupos de chats que difunden noticias falsas o que promueven pensamientos negativos y catastróficos; no pasar demasiado tiempo frente a la computadora o al televisor.

Vamos, mantenerse ocupado la mayor parte del tiempo para hacer más llevadera la cuarentena.

Y sobre todo para quienes comparten el aislamiento social, la tolerancia será un factor fundamental. Por el bien de nosotros mismos y de los demás. El camino aún es largo.

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