Acuerdo petrolero en tiempos de coronavirus

Alejandro Rodríguez Cortés*.

La pandemia de coronavirus trajo consigo un problema de demanda de petróleo crudo en el mercado internacional: el menor consumo, que empezó con el origen mismo de la emergencia sanitaria -China- se generalizó rápidamente en el mundo y presionó los precios a la baja.

El círculo vicioso se cerró con la mayor oferta generada por la guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia, que aumentaron su plataforma de producción y con ello desplomaron las cotizaciones petroleras hasta niveles no vistos en la historia del mundo moderno.

Severa crisis energética, que en el caso de México llevó al precio del barril a niveles cercanos a los 10 dólares y le dieron a su presidente Andrés Manuel López Obrador el pretexto para presumir que su gobierno había logrado reducir los precios de las gasolinas que consumimos los mexicanos, aunque los ingresos por la venta de crudo se desplomaran dramáticamente.

¡Ver para creer! La mal llamada Cuarta Transformación, que apuesta equivocadamente a la producción de petróleo para impulsar el crecimiento económico de nuestro país, asumiendo como decisión propia la guerra global de precios.

Sí. La misma administración que envió a su secretaria de Energía, Rocío Nahle, a participar en la reunión ministerial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) e invitados, para buscar un acuerdo que nivelara la oferta petrolera mundial para elevar los precios en el mercado.

La misma defensora de la “soberanía energética nacional”, que nuevamente se plegó ciegamente a los atavismos ideológicos presidenciales para negarse a reducir la producción de petróleo en los niveles que el acuerdo global exigía.

La misma diputada que maldijo al gobierno de los Estados Unidos y a Donald Trump, de cuya supuesta bonhomía aceptó la ayuda para cumplir con la cuota de reducción que cumplieron todos los países participantes.

La funcionaria mexicana que fue objeto de la burla internacional por bloquear un acuerdo inminente y retrasar su anuncio un par de días.

Nahle y López Obrador suponiendo que Trump nos apoyó como -según sus apologistas- hubiera hecho lo mismo Rusia que Arabia Saudita con tal de sacar adelante el acuerdo. Dos mexicanos que viven de la nostalgia de aquellos tiempos en que México era jugador en el mercado de petróleo.

Presidente y Secretaria que sueñan una férrea y apasionada defensa de una soberanía basada en sofismas y supuestos extemporáneos. Que suponen gratuito y desinteresado el apoyo de Estados Unidos para absorber en nombre de México la reducción adicional de 300 mil barriles diarios de petróleo.

Jefe de Estado y ministra energética que viven el sueño de los justos. Que parecen ignorar la certeza de que la producción mexicana de cualquier forma disminuirá, de que es mejor vender menos petróleo pero más caro, y de que no podrán jactarse más de bajos precios de la gasolina a menos que le metan mano al IEPS, ese impuesto que nos ha salvado de una catástrofe recaudatoria en el primer año de gobierno.

Funcionarios incapaces de entender la realidad fuera de su México “ideal” que añoran de los setenta, cerrado al mundo y a la competitividad en el intercambio de bienes y servicios, paternalista y apapachador con sus electores.

Un México que en la negada modernidad canceló un aeropuerto ya en construcción y que seguirá edificando desde cero una refinería que nunca funcionará, y que si lo hace será con pérdidas a cargo de nuestros impuestos.

Un México atorado en la nostalgia de modelos ya superados, que ni siquiera la gran pandemia del 2020 hará que regresen.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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