Industria editorial en jaque, advierte Valeria Villalobos

En esta época de contingencia, otro de los tantos sectores afectados ha sido el de la industria editorial; sin embargo, hay eslabones dentro de la cadena que están siendo más endebles que otros en la crisis, así lo señala en entrevista la promotora y estratega de difusión cultural, Valeria Villalobos (1994).

México .— En esta época de contingencia, otro de los tantos sectores afectados ha sido el de la industria editorial; sin embargo, hay eslabones dentro de la cadena que están siendo más endebles que otros en la crisis, así lo señala en entrevista la promotora y estratega de difusión cultural, Valeria Villalobos (1994).

La también articulista indica que las librerías son uno de esos agentes más agraviados, lo que a su vez afecta a las editoriales, “pues todavía no se saben mover sin las librerías y las librerías sin las editoriales”; además, observa un reacomodo en toda la agenda de publicaciones, lo que ha puesto en jaque a la industria debido a que funciona de manera muy conjunta.

“La caída de cualquiera de sus fichas implica problemas; las editoriales van de la mano con las imprentas, con la distribución, con las librerías”. Estima que todas las acciones colaborativas resultarán fundamentales, “es necesario que todos los eslabones de la cadena se apoyen mutuamente; hay que ver cómo hacemos para ganar apoyándonos todos”.

Ante este panorama adverso, Villalobos observa que la crisis está obligando a la construcción de una agenda colaborativa basada en intercambios, “hay editoriales como Dharma (Books + Publishing) que han cedido un porcentaje importante de sus ganancias a las librerías independientes y regalado libros a usuarios que se suscriban a medios digitales de cultura”.

La periodista apunta que la crisis ocurrió en un momento coyuntural cuando muchas editoriales presentan novedades, “ahora todos los estrenos que tenemos en este primer semestre están detenidos”, lo cual se agrava ante la cancelación o postergación de grandes escaparates como las ferias de libro.

Villalobos expresa que ya se había hablado con la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) para discutir la posibilidad de pedir apoyo a las instancias correspondientes, “por ejemplo, el Servicio de Administración Tributaria”, para que haya una recuperación del Impuesto al Valor Agregado mucho más rápida. Otro apoyo que considera de gran ayuda, sobre todo para el lado de las editoriales, es mantener la compra de grandes volúmenes de libros por parte de instituciones públicas y gubernamentales.

 

Evitar la “canibalización” de la industria

Aunado al panorama actual, Villalobos intuye lo que podría suceder una vez pasada la contingencia: “aunque parece difícil, en el segundo semestre del año podríamos repuntar con más eventos y más presentaciones, lo que puede ser peligroso” pues existe la posibilidad de que “terminemos canibalizándonos con tantas novedades”.

Advierte la necesidad de crear estrategias entre las editoriales “para no sobresaturar el mercado” porque terminarían opacándose unos a otros, “de por sí ya sucede; pero en época de crisis se volvería insostenible”, sobre todo para las pequeñas editoriales que “por lo general suelen ser opacadas por las grandes promociones de editoriales trasatlánticas o editoriales mucho más grandes”.

Para hacer frente a la crisis, Villalobos invita a pensar en todas las posibilidades que no impliquen un gasto, lo que a su vez saca a flote un nuevo problema: “hay un importante rezago tecnológico tanto para las librerías como para las editoriales que nos urge atender”.

Considera que si las librerías contaran con plataformas de ventas de libro electrónico más eficientes, “el impacto sería otro en esta crisis”; pero aclara que no es suficiente, también “se necesita tecnología intuitiva que permita personalizar las ventas de los usuarios”.

De igual forma, remarca la necesidad de “aumentar la confianza en la compra por internet” y hacer de la compra en línea un hábito porque “si el mercado del libro físico es pequeño, el mercado de los libros digitales es aún más pequeño”; aunque reconoce que no es lo mismo vender un libro físico que uno electrónico, “tampoco cuesta lo mismo que vender un libro impreso, hay gastos que son proporcionales”.

Ante un panorama tan adverso, Villalobos propone “buscar todas las estrategias que no cuesten para tratar de mover libros” está segura que la actual etapa de confinamiento abre una oportunidad para ofrecer libros rezagados de diferentes catálogos, “el arte está siendo en el confinamiento una suerte de respiro, es importante subrayarlo”.

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