Carlos Arturo Baños Lemoine.
Hoy es un día negro y aciago para la historia de la justicia occidental.
La justicia gringa se ha cubierto de mierda y de miseria: Harvey Weinstein, el afamado productor de Hollywood de 67 años, fue sentenciado, este mismo miércoles 11 de marzo, a 23 años de prisión por parte del putrefacto Juez James Burke.
A Weinstein se le condena por dos delitos sexuales; delitos que, hay que decirlo con claridad, nunca fueron comprobados de forma contundente, como lo demanda el Derecho Penal Moderno.
Por acto sexual penal en primer grado le cargaron 20 años de prisión, mientras que por violación en tercer grado le cargaron 3 años. Las sentencias se ejecutarán de forma consecutiva: 23 años.
Debe quedar clarísimo que los cargos imputados sólo se basaron en el testimonio de dos personas: Miriam Haley y Jessica Mann. Sí, así como lo leen: se basaron sólo en testimonios, es decir, en relatos, en aire, en palabras sin sustento empírico, en rollo que nunca fue científicamente demostrado.
¿Pruebas irrebatibles? ¡Ninguna!
Esto representa un pasaje negro y podrido en la historia de la justicia occidental… ¡se condenó a una persona sólo con base en relatos de supuestas víctimas!
Harvey Weinstein hizo bien en dirigirse al tribunal durante casi 20 minutos para exhibir el irracionalismo inherente al movimiento #MeToo, ya que allí comenzó todo: acusaciones sin sustento por parte de ex colaboradoras; ex colaboradoras que, por mucho tiempo, nada dijeron; ex colaboradoras que, incluso, lo alababan en público y lo buscaban (de esto sí que hay pruebas y de sobra); ex colaboradoras que, gracias a Weinstein, hicieron fama y fortuna; ex colaboradoras que, ya caídas en desgracia, atacaron sin piedad (y sin pruebas) a su antiguo mecenas.
¡La putrefacción humana en grado extremo!
Por supuesto que Weinstein puso el dedo en la llaga cuando afirmó sentir preocupación por el futuro de la justicia en EEUU, ya que su condena supone un retorno a las peores etapas de la historia del Derecho Penal. En vano hemos establecido los principios de debido proceso, de presunción de inocencia, de carga de la prueba, de prueba fehaciente, de duda razonable, de in dubio pro reo…
El Derecho Penal Moderno ha sido herido de muerte con la injusta sentencia contra Harvey Weinstein, quien tuvo que haber sido declaro inocente por falta de pruebas.
Sí, así se dice y así se tuvo que resolver: inocente por falta de pruebas.
Incluso un estudiante de Derecho sabe que el sistema penal no debe condenar a una persona salvo que se demuestre de forma fehaciente, contundente, irrebatible y sin lugar a dudas, que esa persona es responsable de la conducta delictiva que se le imputa.
Ante la duda razonable, el imputado debe ser declarado inocente. Principio elemental del Derecho Penal Moderno.
Por eso, hoy es un día gris para la historia del Derecho occidental: regresamos a las peores etapas del Derecho Medieval, por un juez estúpido llamado James Burke. Varios siglos de historia fueron echados a la basura por este juzgador.
Terminó ganando el irracional y absurdo lema de la mitología feminista que reza “¡Yo sí te creo, hermana!”. Ahora ya saben de qué va la “justicia con perspectiva de género”: todo relato femenino y victimista contra un varón será considerado “verdad eterna”, sobre todo si el varón es rico y famoso.
Pero la “verdad verdadera” es que el feminismo es un cáncer. Ahí están las pruebas.
Por la contaminación feminista, la civilización occidental va en picada: vamos hacia una nueva Edad Media.
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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.